“Instrúyanse, porque necesitaremos toda nuestra inteligencia. Conmuévanse porque necesitaremos todo nuestro entusiasmo. Organícense, porque necesitaremos toda nuestra fuerza.” A.Gramsci.

APRENDER LAS LECCIONES DE LA COMUNA DE PARÍS

sábado, 12 de junio de 2010

Escrito por Fernando Arribas García para Tribuna Popular   
Miércoles 09 de Junio de 2010 20:08

Caracas, 09 jun. 2010, Especial para Tribuna Popular. Fernando Arribas-García*.- Se cumplieron el 28 de mayo, 139 años del sangriento final de la primera experiencia de gobierno obrero directo en el mundo: la Comuna de París.
Tanto Carlos Marx como V.I. Lenin conceptuaron esta breve y extraordinaria experiencia como la prefiguración de los gobiernos revolucionarios del futuro, que deberán organizarse, siguiendo el ejemplo de la Comuna, con la forma de una «dictadura del proletariado», esto es, sobre los principios del Poder Popular directamente ejercido desde las organizaciones de base de las y los trabajadores, soldados y campesinos.
La Comuna fue el resultado de las experiencias revolucionarias acumuladas por el pueblo parisino en los numerosos alzamientos que protagonizó a lo largo de buena parte del siglo XIX.
Desde 1830, el pueblo se había lanzado a las calles en repetidas ocasiones a protestar el orden de cosas imperante en Francia bajo los regímenes que se habían sucedido desde el final de la Gran Revolución de 1789.
En 1848, en particular, el pueblo de París inició una revuelta de gran magnitud que inspiró a las y los trabajadores de numerosas otras ciudades de toda Europa, aunque fue derrotada y traicionada y terminó con la restauración bonapartista.
Para 1870, como resultado del belicismo del tercer Napoleón, Francia estaba en guerra con Prusia, y la propia París estaba bajo sitio. Esto agudizó el malestar popular con el gobierno y creó una situación pre-revolucionaria.
A principios de 1871, la única defensa efectiva que quedaba a la capital ante el avance de los alemanes eran las milicias populares, formadas por las y los trabajadores parisinos, y sobre las que el gobierno central no tenía control pleno y efectivo.
Las milicias, llamadas «Guardia Nacional», habían sido organizadas a iniciativa del propio pueblo y habían sido autorizadas por el gobierno sólo con muchas precauciones y gran desconfianza.
Con el colapso del gobierno, y en medio del creciente malestar popular, las milicias habían ido logrando autonomía casi absoluta y habían empezado a elegir a sus propios oficiales, a menudo dirigentes populares y de izquierda.
A mediados de marzo de 1871 el pueblo de París, contando con las milicias enteramente a su lado, se lanzó a «tomar el cielo por asalto», según la famosa frase de Marx: se declaró en rebeldía contra el gobierno y eligió sus propias autoridades, dando nacimiento a la Comuna. De inmediato las y los comuneros tomaron medidas de gran audacia para la época, como la eliminación del ejército permanente, la disolución de las instituciones gubernamentales y la abolición de la burocracia, la elección popular de todas y todos los funcionarios y su revocabilidad inmediata, el establecimiento de un salario máximo para las y los funcionarios administrativos equivalente al de las y los obreros medios, la reducción de los horarios de trabajo y la restricción del trabajo nocturno, o la entrega de las fábricas abandonadas a las y los trabajadores organizados.
Apenas dos meses más tarde, a fines de mayo, la contraofensiva de la reacción, orquestada desde Versalles, sede del gobierno francés reconstituido luego del fin de la guerra franco-prusiana, y apoyada por la derecha de todo el continente europeo, logró derrotar la tremenda defensa popular del régimen comunero, y retomar la ciudad de París. Se inició así la llamada «semana sangrienta», durante la cual las fuerzas de derecha, nuevamente en control de la ciudad, desataron la más feroz represión contra las y los comuneros y sus aliados y colaboradores.
No menos de 30.000 murieron en las calles y unos 10.000 fueron apresados y enjuiciados en el curso de unos pocos días, víctimas del terror contrarrevolucionario.
Lecciones de la Comuna
La caída de la Comuna fue producto de errores críticos cometidos por sus líderes en medio de la inexperiencia y la falta de organización.
Lenin señala el principal de estos errores: las y los comuneros, inspirados por la magnanimidad idealista de los socialistas utópicos, se detuvieron a mitad de camino y no completaron la expropiación y desmantelamiento de la clase expropiadora por cualquier medio que fuese necesario. No se expropiaron los grandes bancos ni se aprovechó el ímpetu de los primeros días para perseguir y derrotar militarmente a las fuerzas de derecha. Justamente de esos bancos que fueron ingenuamente respetados, salieron los recursos con los que la reacción se armó para desatar, sin magnanimidad ni idealismo alguno, la violentísima retoma de París y la espantosa represión que siguió.
A pesar de sus errores y su derrota, la Comuna representa uno de los puntos más altos de la historia revolucionaria universal. De los errores deberemos aprender las y los revolucionarios de todos los tiempos; pero también los aciertos deben ser reconocidos y asimilados. En particular, es notable, en palabras de Lenin, el «instinto revolucionario de la clase trabajadora», que, pese a las confusiones y errores, orientó a las y los comuneros a desmantelar el Estado preexistente y reemplazarlo por una organización enteramente novedosa en la que quedaban abolidas las distinciones burguesas clásicas entre los «poderes» ejecutivo, legislativo y judicial, y las distancias entre las y los funcionarios de cada uno de ellos y el pueblo.
La Comuna representa en este sentido la culminación de la transformación de la estructura estatal que había comenzado con la caída de la monarquía y el establecimiento de la república burguesa.
En tiempos monárquicos, la soberanía del Estado, entera y sin divisiones de «poderes», recaía en el rey o soberano; con el triunfo burgués a fines del siglo XVIII, esa soberanía fue dividida en «poderes» formalmente separados a fin de facilitar la repartición de cuotas entre las diversas facciones participantes y hacer viable la estabilidad del nuevo orden.
Pero, con el surgimiento del Estado popular revolucionario, nace la posibilidad de eliminar esas divisiones y reunificar la soberanía bajo control efectivo de un único Poder, el del pueblo organizado, con lo que se completa la sustitución del rey como soberano.
Este último es tal vez el más importante y perdurable de los aciertos de las y los comuneros. Sobre este ejemplo se construyó en la Rusia bolchevique el concepto del poder soviético, que emanaba de los Consejos (en ruso: «Soviets») de obreros, campesinos y soldados, y del que se desprendían los órganos funcionales legislativo, ejecutivo y judicial, todos ellos permanentemente sometidos al poder originario de los Soviets.
Sobre este modelo continúan avanzando hasta hoy los Estados más democráticos del planeta, entre ellos el cubano.
Y es este modelo, que los clásicos denominaron «dictadura del proletariado» y hoy llamamos Poder Popular, el que las y los comunistas continuamos proponiendo. Ni tres ni cinco «poderes»: uno solo, el Popular.


*Director del Instituto Bolívar-Ma

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CONCENTRACIÓ + XERRADA a la UAB amb activistes de la Flotilla de la Llibertat i el senador Joan Josep Nuet

lunes, 7 de junio de 2010

CONCENTRACIÓ + XERRADA a la UAB amb activistes de la Flotilla de la Llibertat i el senador Joan Josep Nuet ; PROU IMPUNITAT de l'Estat d'Israel: llibertat per a Palestina! ; dijous 10 de juny a les 12h


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Conferencia Internacional de la Resistencia Política Iraquí: Gijón, 18 al 20 de junio

viernes, 4 de junio de 2010

Primer encuentro internacional unitario del campo anti-ocupación 

Conferencia Internacional de la Resistencia Política Iraquí: Gijón, 18 al 20 de junio 
Campaña Estatal contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq 
IraqSolidaridad (www.iraqsolidaridad.org), 4 de marzo de 2010 
“Ante este panorama, el proyecto de recuperación de la soberanía de Iraq va inexorablemente ligado al de la reconstrucción democrática e integradora de sus instituciones. La ocupación militar no puede dar paso a un régimen tutelado o a la fractura del país en áreas de influencia de los gobiernos vecinos que facilite el expolio impune de sus riquezas y de su futuro. El pueblo iraquí quiere recuperar plenamente su soberanía y la mejor herencia de su pasado, aquélla que se encarnaba en una sociedad integrada y dinámica, resuelta pese a la adversidad de su Historia reciente. Este es el proyecto que la resistencia iraquí encarna y desea materializar, y que el encuentro de Gijón pretende favorecer en un clima de confianza y libertad.”  
La Campaña Estatal contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq (CEOSI) convocará el primer encuentro internacional público y unitario de las principales corrientes de la resistencia iraquí, que unen a su proyecto de plena recuperación de la soberanía de Iraq el de una reconstrucción integradora, democrática y no sectaria de sus instituciones. Este encuentro, que tiene como objetivos animar el proceso de convergencia del campo anti-ocupación y favorecer su apertura a la comunidad internacional, se celebrará en Gijón los días 18 al 20 de junio de 2010 bajo el título Conferencia Internacional de la Resistencia Política Iraquí. Esta iniciativa tendrá lugar comenzado el octavo año de ocupación estadounidense de Iraq y se producirá durante la presidencia española de la Unión Europea. 
El olvido informativo de Iraq no significa que la situación haya mejorado o que el fin de la ocupación esté cerca. El pueblo iraquí afronta un momento crucial para su futuro inmediato. El 7 de marzo de 2010 deberán celebrarse nuevas elecciones legislativas, cuyo objetivo es dar por concluido el proceso de consolidación del control interno de Iraq con el horizonte de una retirada completa de EEUU en 2011. Como en anteriores convocatorias, el campo anti-ocupación no participará en las elecciones al considerarlas ilegales, si bien no interferirá en la participación popular en las mismas.
Los ocupantes han sometido a Iraq a la vieja lógica colonial de fragmentación social. La ocupación, en lugar de llevar la democracia política a Iraq, como proclamaron en 2003 los invasores, ha aupado al poder formal a personajes y organizaciones sectarios, vinculados con los propios ocupantes o con países de la zona, sin legitimidad alguna y cuyo juego no es el de representar y defender a una u otra comunidad iraquí, sino el servir a amos exteriores mientras se lucran impunemente. Las elecciones del día 7 de marzo agudizan esta dinámica fallida y antes que permitir la expresión democrática del pueblo iraquí reflejan la pugna por el control de Iraq entre EEUU e Irán. Por ello, dentro del campo colaboracionista se están desarrollando los más enconados enfrentamientos. Según la opinión general en las calles de Iraq, los atentados masivos cometidos desde el pasado verano en Bagdad y en otras ciudades son el resultado (por implicación directa o por pasividad de los cuerpos y servicios de seguridad) de una despiadada lucha entre los grupos sectarios, los cuales dirimen sus diferencias políticas a costa de la vida de cientos de iraquíes inocentes.  
Según estimaciones de prestigiosas instituciones internacionales, el sometimiento del país ha podido costar hasta un millón de muertos; según Naciones Unidas, durante 2005 y 2006 los escuadrones de la muerte, vinculados con las nuevas autoridades iraquíes y, por ende, directa o indirectamente, con las fuerzas de ocupación, asesinaron hasta cien iraquíes al día. Oficialmente, EEUU o las nuevas autoridades iraquíes mantienen a 40.000 detenidos iraquíes. El terror y la represión han generado, además, el mayor éxodo de la Historia reciente: según Naciones Unidas, desde el inicio de la ocupación casi cinco millones de iraquíes se han convertido en desplazados internos o en refugiados en el exterior. Iraq es el país del mundo con mayor número de personas que han tenido que abandonar sus hogares, el 16% de su población, lo que supone, asimismo, el porcentaje mundial más alto. Para estos iraquíes, el retorno a sus hogares es inviable.
En el interior del país, las elecciones no generan ninguna esperanza de mejora en una situación cotidiana que no ha dejado de deteriorase día tras día desde 2003. Iraq, uno de los países más ricos del planeta, antaño con grandes capas medias de profesionales, mantiene hoy indicadores ínfimos en educación, sanidad, abastecimiento de agua potable o luz, en el respeto a los derechos humanos y sociales. Iraq es el cuarto país más corrupto del mundo: nadie sabe a dónde van a parar los ingresos por la venta de petróleo, un sector estratégico que paulatinamente se está privatizando. Y es que la clase política iraquí, impuesta por los ocupantes, conforma una nueva oligarquía que legitima su latrocinio y el desmantelamiento de las instituciones públicas con una legislación regresiva, que anula el concepto de ciudadanía y somete la vida de los hombres y mujeres de Iraq a la arbitrariedad y la indefensión. 
Plena soberanía y reconstrucción democrática 
Ante este panorama, el proyecto de recuperación de la soberanía de Iraq va inexorablemente ligado al de la reconstrucción democrática e integradora de sus instituciones. La ocupación militar no puede dar paso a un régimen tutelado o a la fractura del país en áreas de influencia de los gobiernos vecinos que facilite el expolio impune de sus riquezas y de su futuro. El pueblo iraquí quiere recuperar plenamente su soberanía y la mejor herencia de su pasado, aquélla que se encarnaba en una sociedad integrada y dinámica, resuelta pese a la adversidad de su Historia reciente. Este es el proyecto que la resistencia iraquí encarna y desea materializar, y que el encuentro de Gijón pretende favorecer en un clima de confianza y libertad.
 Las corrientes democráticas anti-ocupación están convergiendo lenta pero inexorablemente. Desde que en 2007 se crearan los cuatro Frentes en torno a los que se aglutinaron la mayoría de los grupos combatientes, la coordinación entre ellos ha avanzado, si bien sin materializarse aún  en su plena unificación militar. Tras el cierre de una primera fase de confrontación militar con los ocupantes, los referentes políticos y civiles de la resistencia mantienen un diálogo sobre un programa y una estrategia comunes, respecto a la necesidad de ofrecer una interlocución unitaria tanto en Iraq como en el exterior, un objetivo esencial para el futuro de Iraq, con el fin de lograr una solución democrática e integradora a la crisis que la ocupación ha creado.
Este es el ánimo del encuentro de Gijón, una cita a la que están ya comprometidos máximos representantes de las principales instancias políticas iraquíes anti-ocupación: la plataforma Frente Patriótico Nacionalista e Islámico (órgano político del Frente Yihad y Liberación), la Asociación de Ulemas Musulmanes (cuyo secretario general, el jeque Harez al-Dari, ha sido designado como representante político por las facciones militares del Frente Yihad y Cambio), el Consejo Político de la Resistencia Iraquí (instancia política de la tercera plataforma militar, el Frente Yihad y Reforma) y, finalmente, el Congreso Fundacional Nacional Iraquí (un plataforma de más de 20 asociaciones civiles y partidos políticos), además de líderes kurdos, intelectuales de sucesivos exilios, activistas civiles y representantes comunitarios, hombres pero también mujeres que recordarán el papel esencial de este colectivo en la historia contemporánea de Iraq: Judeir al-Murshidi, secretario general del Frente Patriótico Nacionalista e Islámico de Iraq; jeque Bashar Mohamed al-Faidi, portavoz y miembro del comité ejecutivo de la Asociación de Ulemas Musulmanes; jeque Ali al-Yuburi, secretario general del Consejo Político de la Resistencia Iraquí; ayatolá Yawad al-Jalesi, secretario general del Congreso Fundacional Nacional Iraquí; Haifa Zangana, escritora, residente en Reino Unido; Jeque Ahmed al-Ganim, secretario general del Consejo de Tribus del Sur de Iraq; Arshad Zibari, secretario general del Partido de Justicia kurdo; Yusef Hamdan, dirigente del partido comunista Unión por el Pueblo; Asma al-Haidari, activista y relatora de Derechos Humanos; y Isam al-Chalabi, experto en petróleo, ex ministro iraquí del Petróleo (1987-1990). 
El encuentro se organiza con la colaboración del Centro Independiente de Estudios de Damasco, cuyo director, Jaled al-Maani, estará presente. Al encuentro también acudirán personalidades y representantes de organizaciones de EEUU, Europa y del mundo árabe, como Hans Von Sponeck y Ramsey Clark, en lo que supondrá una magnífica oportunidad para recuperar o construir vínculos con las organizaciones iraquíes. En el contexto de la presidencia española de la UE, se aprovechará la visita de estos destacados dirigentes políticos y sociales iraquíes para proponer una interlocución directa con las autoridades españolas, y con los grupos políticos del Estado español y europeos, entre otros ámbitos.
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