La internacional mediática hace el trabajo sucio.
martes, 6 de abril de 2010
Eso en primer término: hay una ideologización de la política -y por consiguiente polarización- que incluso ocurre en naciones donde el fenómeno no tenía incidencia. Tal es el caso de EEUU. Obama no es socialista ni es un radical de izquierda ni nada parecido. Sólo es un reformista consciente de la necesidad de hacer algunos cambios para bajar la presión social existente en su país. Su victoria electoral es consecuencia de la decisión de una mayoría que optó por traspasar la alineación tradicional petrificada en la alternancia sin futuro del bipartidismo con proyectos similares. La reforma asistencial no es un hito revolucionario. Países con menos recursos en el mundo cuentan con un régimen asistencial, igual, o más avanzado, que el que acaba de lograr Obama luego de una feroz batalla en el Congreso. El paso no significa una definición socialista ni mucho menos: es un simple acto de justicia social que favorece a 40 millones de norteamericanos sin acceso a la salud. Pero representa una definición frente a poderosos grupos económicos y un desafío al pensamiento conservador que rechaza, por principio, cualquier injerencia del Estado --así se enriquezca de éste. A Obama no le perdonarán jamás el logro que acaba de obtener, y algunas otras cosas. Así su gestión de gobierno conserve numerosos rasgos de la política imperial en otras áreas. Contra Obama se lanzaron, prácticamente, todos los medios de comunicación norteamericanos que estimularon insólitos rechazos a la reforma asistencial.
Si uno pasea la mirada por la región encuentra el mismo rechazo de los grupos que controlan los medios. Caso Venezuela, donde el formato mediático se impuso entre los adversarios del proceso bolivariano y fue decisivo en el golpe de Abril de 2002 y en la aventura del paro petrolero. En Argentina pasa igual. Si se escarba en la campaña contra los Kischner --en especial contra la presidenta Cristina Fernández-- se encuentra el hilo conductor del revanchismo de los sectores militaristas vinculados a los represores y la reacción de los sectores ultra derechistas del agro y, en general, del empresariado argentino. Un ejemplo, la medida judicial que paralizó el uso de las reservas para pagar la deuda la acordó una jueza, Marta Sarmiento, hija de un oficial acusado de crímenes de lesa humanidad, actualmente procesado. Otro: la virulenta campaña del monopolio del grupo Clarín --diario, televisora y radios--, motivada por el impulso que recibió del Estado la causa que involucra a Ernestina Herrera de Noble, su propietaria, acusada de adoptar a dos niños, presuntos hijos de desaparecidos, y de obstaculizar la investigación apuntalada en el Banco Nacional de Datos Genéticos. En Paraguay es evidente la hostilidad al presidente Lugo. También lo fue contra Bachelet en Chile, y lo es contra Morales en Bolivia, Lula en Brasil y Correa en Ecuador. También sucede en Nicaragua con Ortega. Y en Honduras la conducta de los medios creó las condiciones para el golpe contra Zelaya.
Fecha de publicación: 05/04/10