“Instrúyanse, porque necesitaremos toda nuestra inteligencia. Conmuévanse porque necesitaremos todo nuestro entusiasmo. Organícense, porque necesitaremos toda nuestra fuerza.” A.Gramsci.

Gaddafi y la putrefacción moral del imperio

lunes, 24 de octubre de 2011

Gaddafi y la putrefacción moral del imperio

El brutal asesinato de Muamar Al Gaddafi a manos de una jauría de mercenarios organizados y financiados por los gobiernos ”democráticos” de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña actualiza dolorosamente la vigencia de un viejo aforismo: ”socialismo o barbarie.” No sólo eso: también confirma otra tesis, ratificada una y otra vez que dice que los imperios en decadencia procuran revertir el veredicto inexorable de la historia exacerbando su agresividad y sus atropellos en medio de un clima de insoportable descomposición moral.


Ocurrió con el imperio romano, luego con el español, más tarde con el otomano, después con el británico, el portugués y hoy está ocurriendo con el norteamericano. No otra es la conclusión que puede extraerse al mirar los numerosos videos que ilustran la forma en que se ”hizo justicia” con Gaddafi, algo que descalifica irreparablemente a quienes se arrogan la condición de representantes de los más elevados valores de la civilización occidental. Sobre ésta cabría recordar la respuesta que diera el Mahatma Gandhi a la pregunta de un periodista, interesado en conocer la opinión del líder asiático sobre el tema: ”es una buena idea”, respondió con sorna.


El imperialismo necesitaba a Gaddafi muerto, lo mismo que Bin Laden. Vivos eran un peligro inmediato, porque sus declaraciones en sede judicial ya no serían tan fácil de ocultar ante la opinión pública mundial como lo fue en el caso de Sadam Hussein. Si Gaddafi hablaba podría haber hecho espectaculares revelaciones, confirmando numerosas sospechas y abonando muchas intuiciones que podrían haber sido documentadas contundentemente por el líder libio, aportando nombres de testaferros imperiales, datos de contratos, comisiones y coimas pagadas a gestores, cuentas en las cuales se depositaron los fondos y muchas cosas más.

Podríamos haber sabido que fue lo que Estados Unidos le ofreció a cambio de su suicida colaboración en la ”lucha contra el terrorismo”, que permitió que en Libia se torturara a los sospechosos que Washington no podía atormentar en Estados Unidos. Habríamos también sabido cuánto dinero aportó para la campaña presidencial de Sarkozy y qué obtuvo a cambio; cuáles fueron los términos del arreglo con Tony Blair y la razón por la cual hizo donativos tan generosos a la London School of Economics; cómo se organizó la trata de personas para enviar jovencitas al decrépito fauno italiano, Silvio Berlusconi , y tantas cosas más. Por eso era necesario callarlo, a como diera lugar.

El último Gaddafi, el que se arroja a los brazos de los imperialistas, cometió una sucesión de errores impropios de alguien que ya venía ejerciendo el poder durante treinta años, sobre todo si se tiene en cuenta que el poder enseña. Primer error: creer en la palabra de los líderes occidentales, mafiosos de cuello blanco a los cuales jamás hay que creerles porque más allá de sus rasgos individuales –deleznables salvo alguna que otra excepción- son la personificación de un sistema intrínsecamente inmoral, corrupto e irreformable.

Le hubiera venido bien a Gaddafi recordar aquella sentencia del Che Guevara cuando decía que ”¡no se puede confiar en el imperialismo ni un tantito así!” Y él confió. Y al hacerlo cometió un segundo error: desarmarse. Si los canallas de la OTAN pudieron bombardear a piacere  a Libia fue porque Gaddafi había desarticulado su sistema de defensa antiaérea y ya no tenía misiles tierra-aire. ”Ahora somos amigos”, le dijeron Bush, Obama, Blair, Aznar, Zapatero, Sarkozy, Berlusconi, y él les creyó. Tercer error, olvidar que como lo recuerda Noam Chomsky Estados Unidos sólo ataca a rivales débiles e inermes, o que los considera como tales. Por eso pudo atacar a Irak, cuando ya estaba desangrado por la guerra con Irán y largos años de bloqueo. Por eso no ataca a Cuba, porque según los propios reportes de la CIA ocupar militarmente a la isla le costaría un mínimo de veinte mil muertos, precio demasiado caro para cualquier presidente.

Los imperialistas le negaron a Gaddafi lo que le concedieron a los jerarcas nazis que aniquilaron a seis millones de judíos. ¿Fueron sus crímenes más monstruosos que las atrocidades de los nazis? Y el Fiscal General de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo, mira para otro lado cuando debería iniciar una demanda en contra del jefe de la OTAN, causante de unas 70.000 muertes de civiles libios. En una muestra de repugnante putrefacción moral la Secretaria de Estado Hillary Clinton celebró con risas y una humorada la noticia del asesinato de Gaddafi. (Ver http://www.youtube.com/watch?v=Fgcd1ghag5Y)

Un poco más cautelosa fue la reacción del Tío Tom (el esclavo negro apatronado que piensa y actúa en función de sus amos blancos)  que habita en la Casa Blanca, pero que ya hace unas semanas se había mostrado complacido por la eficacia de la metodología ensayada en Libia, misma que advirtió podría ser aplicada a otros líderes no dispuestos a lamerle las botas al Tío Sam. Esta ocasional victoria, preludio de una infernal guerra civil que conmoverá a Libia y todo el mundo árabe en poco tiempo más, no detendrá la caída del imperio.

Mientras tanto, como lo observa un agudo filósofo italiano, Domenico Losurdo, el crimen de Sirte puso en evidencia algo impensable hasta hace pocos meses atrás: la superioridad moral de Gaddafi respecto a los carniceros de Washington y Bruselas. Dijo que lucharía hasta el final, que no abandonaría a su pueblo y respetó su palabra. Con eso le basta y sobra para erguirse por encima de sus victimarios.

Por:   Atilio A. Boron

octubre 24, 2011

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Sobre Libia : Poema "Imperios" de Blanca Guifarro

  
            ¡IMPERIOS!

El Nobel de la guerra                      
está de fiesta                                   
la comparten                                     
Francia y Gran Bretaña




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OTAN  
equivale a obstinación transnacional
amarrada en la nada y en todo                        
después de desangrar a Libia
vuelven a sus andanzas
"reconstruir" lo que destruyen
intrusos-desalmados-ambiciosos
llamados primer mundo
y son tan mortales, comunes y corrientes
que sólo el abrigo con piel de cebolla
los hace poderosos

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EL PUEBLO DE LIBIA ESTA DE DUELO
por sus muertas y muertos
por la destrucción de sus ciudades
hospitales, viviendas y la esperanza
suspendida...
dolor que comparto
desde este rincón del mundo

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hago mío EL CLAMOR DE JUSTICIA
contra gobiernos genocidas
que podrán cubrirse de oro negro robado
de agua dulce
y de todo lo que no tienen

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pero no podrán acabar con la lucha de los pueblos
allí donde  pongan sus botas
allí encontrarán mujeres y hombres
envueltos con dignidad

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Blanca Guifarro
21 de octubre de 2011
Honduras, Centro América
 
 
SE BUSCA  TONTO ÚTIL
DEL IMPERIALISMO DE LA OTAN
 
 
""El tercer grupo es el de los desconcertados, pero sobre todo enojados por que, de nuevo, se nos haya llevado al extremo de tener que afrontar el eterno dilema de cómo, cuando y dónde usar la fuerza para evitar más sangre, más dolor y más impunidad. En este grupo estamos quienes, dadas las circunstancias, conociendo el currículo del personaje, valorando las consecuencias del seguir sin hacer nada, negándonos a asistir pasivos a otra matanza como las de Sarajevo, Srebrenica o Gorazde, hemos optado por apelar a Naciones Unidas para que cumpla con su “Responsabilidad de proteger” (mandato que ostenta desde 2005 y 2009).

Es una de las pocas veces, pienso, que el criterio de legalidad es inobjetable tal y como argumentaba de forma excelente en estas páginas hace unos días el catedrático Pere Vilanova (La ONU y Libia, un punto de vista, 26.03.11): “la resolución 1973 del CS es explícita, es previa a la acción, define claramente el mandato, y además fija también los límites que el mandato no debe traspasar. En este caso, el criterio de legalidad viene reforzado por el criterio de legitimidad. Los casos en los que en el pasado no se intervino, o se hizo tarde (como en la ex-Yugoslavia entre el 91 y el 95, bajo misión de Naciones Unidas), han pesado mucho en la decisión de los miembros del CS. Incluso los que tenían reservas –por motivos varios y que les corresponde a ellos explicar– se han abstenido, no ha habido votos en contra”.

Procede decir, sin embargo, que en este tercer grupo están también quienes resuelven el dilema oponiéndose a la intervención. Comprendo este argumento, aunque no lo comparta, siempre que se acepte que esta opción conlleva costes y se asuma moral y éticamente sus consecuencias fatales. Porque eso también debe estar presente en la balanza a la hora de tomar partido.

En otras palabras, cada cual es libre de asumir, en situaciones críticas como ésta, de qué lado está, si bien ninguna de las opciones que se tome, digámoslo también, está exenta de un cierto grado de incertidumbre y de cierto coste moral y ético. ¿Intervenir tiene riesgos? Por supuesto. Pero no hacerlo también. ¿El Consejo de Transición (rebeldes) no son garantía de nada? También es cierto, pero presumo que una victoria de Gadafi tendrá consecuencias nefastas a corto, medio y largo plazo. Por eso soy de los que piensa que, ante todo, Gadafi no puede ganar."" Raul Romeva en PUBLICO .
Libia: dudas, certezas y razones (de Raül Romeva, para Publico)
SIRTE
 
Supe que dijeron que en un lugar gobernado por perros, éstos se dedicaban a devorar corderos. Entonces, añadieron, se decidió mandar a unos tigres hambrientos a proteger a los corderos, y así lo hicieron. Pero al final vi cómo los tigres mataban corderos y perros para dominar ellos sobre todos.

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