“Instrúyanse, porque necesitaremos toda nuestra inteligencia. Conmuévanse porque necesitaremos todo nuestro entusiasmo. Organícense, porque necesitaremos toda nuestra fuerza.” A.Gramsci.

BOICOT A LOS PRODUCTOS ISRAELIS

martes, 20 de noviembre de 2012

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CUBA Y EL COMUNISMO

lunes, 30 de julio de 2012


CUBA Y EL COMUNISMO

Por Darío Machado Rodríguez [1]



Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia, en la presentación en La Paz del libro “Revoluciones desde Abajo”, reivindicó el sustantivo “Comunismo” y lo hizo en estos términos: “¿Qué decía Marx? ¿Qué es el socialismo? ¿Qué es el comunismo?. No es un ideal que conciben cuatro amigos en un café, en un Manifiesto, no es el programa de Pulacayo, ni es el programa del 70, ni es el Programa de Gotha; es el movimiento real de la sociedad que se desenvuelve ante nuestros ojos y que supera lo existente.”[2]


El comunismo es el movimiento real, pero es también un horizonte, un propósito inédito en la humanidad, que se ha constituido y construye como ideal por las contradicciones, las desigualdades y las injusticias a lo largo de su historia y que se constituye en ciencia, en la época del capitalismo. No existe, por tanto, una contradicción entre el comunismo como movimiento real, como ideal y como ciencia, aunque sí lógicamente diferencias.

Es el movimiento real, que se nutre hoy de las contradicciones del capitalismo tardío insalvables dentro de la lógica de ese sistema y del avance de la conciencia de la humanidad; es ciencia, porque a partir del surgimiento del marxismo y del descubrimiento del núcleo de contradicciones del sistema capitalista, se echaron las bases teóricas para coadyuvar positivamente a su superación y es ideal porque no es realidad aún en ningún rincón del planeta, es algo por lo que hay que luchar. 

Naturalmente, como afirma García Linera, no es un ideal inventado por unas cuantas personas, porque su existencia futura no está ni puede estar predeterminada en cuanto a como será, sino solo en lo que no será, que es lo que puede verse hoy en el sistema capitalista y que argumenta la necesidad de su superación. Su realización tiene que ser el resultado de ese movimiento real. El hecho trascendental del marxismo de haber puesto en evidencia las contradicciones principales del capitalismo, su modo de existencia, sus consecuencias, proporciona las bases para concretar acciones dirigidas a su superación; por tanto, no solo el movimiento, sino también, la ciencia del comunismo y el ideal, son procesos necesariamente cambiantes, cuya articulación y rearticulación requiere de la acción humana. Creo que en ello radica, entre otros aspectos, la insistencia de Fidel Castro en la importancia de las ideas, de la batalla de ideas.
Ahora bien, la elaboración de una ciencia del comunismo de alcance universal tiene en el conocimiento del capitalismo, de sus contradicciones y realidades, solamente el saber respecto de lo que es preciso superar, pero no la teoría ni el programa de su superación que tiene determinaciones históricas locales, nacionales.

Si entendemos la ciencia del comunismo, como el conocimiento no solo de las contradicciones y realidades existentes en una sociedad dada, sino también y principalmente el estudio de las condiciones, los caminos y objetivos posibles para su superación positiva en una nación, en una cultura humana concreta, y aunque la expansión mundial del capitalismo equipara en diferente medida las realidades locales, vista la ciencia no como saber en sí, sino como mediación positiva para el cambio, una ciencia del comunismo en Cuba (de la transición socialista), será naturalmente anticapitalista por definición, pero tendrá que elaborarse específicamente para las condiciones particulares de la sociedad cubana y desarrollarse junto con la experiencia misma de la superación del capitalismo, del que presiona desde afuera y del que hay adentro.

Lógicamente, también ello aporta a una ciencia universal del comunismo, la cual se nutrirá de las experiencias particulares del movimiento real que le otorgarán cientificidad. En el siglo XIX, Marx y Engels vieron las posibilidades de superación del sistema en el movimiento real que se produciría en los países capitalistas desarrollados de la mano del proletariado que habría cobrado conciencia de clase para sí y,  más o menos al unísono, lógica que luego se extendería inevitablemente a la periferia como hecho universal, total.
La historia demostró que las cosas no ocurrirían así.



¿Socialismo en un solo país? (I)

Durante el siglo XX tuvo lugar la Gran Revolución Socialista de Octubre, iniciándose un proceso paralelo, por una parte la creciente influencia de las ideas del socialismo en el mundo y, por otra, el aprendizaje del capitalismo para perpetuar su sistema. En este proceso se produjeron acontecimientos mundiales extraordinarios, las crisis del sistema capitalista, la desaparición del sistema colonial, la victoria sobre el fascismo en la Segunda Guerra Mundial, la revolución en China, el surgimiento del Sistema Socialista de Europa del Este, el surgimiento de la OTAN y posteriormente del Pacto de Varsovia, la creación de la ONU, la revolución cubana, entro otros.
Cuando se produce la revolución de octubre en Rusia, ya las ideas socialistas habían comenzado a influir entre los trabajadores cubanos. El proceso de expansión del capitalismo amplió exponencialmente el intercambio de información entre los terrícolas. Entraron en las Américas las ideas del Iluminismo y de la revolución francesa y, más tarde, las del marxismo.

Tanto las ideas liberales de la revolución francesa, como después las socialistas del marxismo tuvieron ecos de diferente magnitud en la conciencia y en la práctica de los cubanos porque existían procesos locales que condicionaron su asimilación y articulación, nutriendo de argumentos y acelerando la concientización de los actores populares y las acciones en defensa de sus legítimos intereses.

En la última década del siglo XIX ya se promovía entre los trabajadores cubanos el estudio de las ideas socialistas revolucionarias, el marxismo comenzaba a entrar en Cuba, al unísono con el desarrollo y crecimiento de las ideas y esfuerzos independentistas y las luchas por los derechos de los trabajadores.

Las primeras inquietudes de emancipación revolucionaria de los trabajadores vinieron de la mano del anarquismo y del anarcosindicalismo. El desarrollo del imperialismo, la intervención norteamericana, el surgimiento de la república mediatizada, pondrían a prueba las ideas del marxismo y las luchas que siguieron serían la fragua en la que se enriqueció la ideología revolucionaria cubana al calor de la fusión de la lucha por la independencia nacional con la lucha por la emancipación social.

Las ideas del marxismo y su expresión en las formas organizativas de los trabajadores y del pueblo dinamizaron las luchas populares en la primera mitad del siglo XX. La lucha contra la dictadura de Gerardo Machado fue una fragua para el avance de las ideas socialistas. Más tarde, y contra los gobiernos antiimperialistas de turno, en particular la tiranía pro imperialista de Fulgencio Batista, el marxismo continuó su gradual extensión e influencia. El líder de la generación del centenario y sus principales referentes eran martianos y marxistas. Fidel Castro lo explica así a Ignacio Ramonet: “Si nosotros no hubiéramos estudiado el marxismo –esta historia es más larga, pero solo le digo esto-, si no hubiéramos conocido por los libros la teoría política de Marx y si no hubiéramos estado inspirados en Martí, en Marx y en Lenin, no habríamos podido concebir la idea de una revolución en Cuba, porque con un grupo de hombres, ninguno de los cuales pasó por una academia militar no puede hacer usted una guerra contra un ejército bien organizado, bien armado e instruido militarmente, y obtener la victoria partiendo prácticamente de cero. Tales ideas fueron la materia prima esencial de la revolución.”[3]

El marxismo, a pesar de toda la campaña contra las ideas socialistas y comunistas, promovida por el maccarthismo y la guerra fría y de la persecución de la oligarquía criolla y los gobiernos corruptos contra los líderes obreros y revolucionarios, tenía presencia en Cuba y había fundamentado el desarrollo de formas organizativas numéricamente pequeñas, pero de gran disciplina, abnegación y espíritu de lucha.

Al triunfar la revolución en 1959, los planos y niveles mediante los cuales la influencia de las ideas marxistas se revelaban en nuestro país eran naturalmente los más diversos, pero la ideología revolucionaria socialista era un vivo y activo embrión con grandes potencialidades para desarrollarse, pero naturalmente no era la ideología dominante ni podía serlo; a las mayorías ciudadanas[4] les resultaba lejano, cuando no ajeno o negativo ese pensamiento.

Fueron las leyes revolucionarias, el vigoroso impulso a la educación, la rápida apertura de espacios a la participación ciudadana en todos los órdenes, la confianza en el pueblo, la actitud de los jefes y miembros del Ejército Rebelde y de la clandestinidad y la comunicación ideológica y política generada por el liderazgo de la revolución, en particular por Fidel Castro, las que fueron obrando el necesario cambio de mentalidad, hasta hacer comprender que los males que aquejaban a Cuba eran producto del sistema capitalista dependiente y que solo podría enrumbarse hacia su solución verdadera mediante cambios radicales en el metabolismo socioeconómico y en el ejercicio de la política en el país.

La trasformación de la mentalidad del cubano fue de tal rapidez y envergadura, que en apenas dos años, las palabras socialismo y comunismo pasaron de ser abominadas a resumir el ideal de emancipación y dignificación del ciudadano común.

En la base del cambio estaban las realidades nacionales, las contradicciones e injusticias del capitalismo dependiente. Todo un movimiento cultural político de colosal envergadura, en el que se entremezclaban sucesivos pasos ascendentes en la educación del pueblo, las experiencias crecientes en la actividad de la producción y la defensa, los enormes desafíos que implicaban la intolerancia y agresividad imperialistas, el ejercicio del poder ciudadano, la transformación radical que puso los medios de comunicación social al servicio del pueblo, la incorporación masiva a las tareas transformadoras de la revolución, constituyó el eje del anclaje de la ideología socialista en las mayorías ciudadanas. En pocos años el socialismo era el ideal universal de los cubanos.

Fueron años también en los que la URSS y los países socialistas marchaban a pasos agigantados alcanzando importantes logros en la producción, en la defensa y en las investigaciones científicas fundamentales. Muchos países del llamado tercer mundo se liberaban del yugo del colonialismo.
No se discutía entonces si el socialismo era posible en un solo país, ese debate había quedado archivado desde que el proceso de su construcción en la hoy desaparecida Unión Soviética que había derrotado al nazifascismo alemán en la 2da. Guerra Mundial y se levantaba como ave Fénix de sus cenizas, estaba demostrando en la práctica que no solo era posible, sino que se irían sumando nuevas experiencias socialistas en el mundo, aunque la inmensa mayoría en países de escaso desarrollo económico y tecnológico y ninguna en un país con alto desarrollo capitalista.
A finales de la década de 1980 y principios de la de 1990, a Cuba, cuya sociedad había pasado por diferentes experiencias de organización socialista del metabolismo socioeconómico del país, y en un proceso de extensión del predominio de la ideología socialista, le esperaba el mayor de los desafíos, que esta vez no vendría de la mano del imperialismo norteamericano, sino de la debacle del socialismo en Europa del Este y la URSS, cuyos efectos sobre Cuba se sumarían inevitablemente a las agresiones y bloqueo económico de los EEUU.

La desaparición de la URSS y del campo socialista de Europa del Este
Entre las acusaciones repetidas a lo largo de décadas de propaganda contra el comunismo, está la de denunciarlo como un sistema que somete a los individuos a su despersonalización, que los iguala sustrayéndoles su voluntad, los uniforma en el actuar y hasta en el vestir y en los gustos, les quita la libertad y la creatividad.

Lo cierto es que ninguna sociedad humana ha alcanzado el ideal comunista, ni siquiera el socialismo y su irreversibilidad, mientras que la homogeneización de la humanidad, la imposición de un pensamiento único, la despersonalización de los individuos ahora vulgares consumidores, la universalización de patrones de consumo, gustos estéticos y modo de vida, la dictadura del mercado, venían justamente de la mano del capitalismo tardío.

Pero mientras la propaganda imperialista tergiversaba el ideal comunista, se recrudecía el bloqueo tecnológico contra el campo socialista, las agresiones solapadas y el debilitamiento mediante la carrera armamentista, los países socialistas que finalmente colapsaron no contaron con las masas para defender el socialismo. Muchos ya han adelantado sus criterios sobre el colapso del socialismo, solo quiero destacar que los pueblos de la URSS y de las democracias populares del Este de Europa no defendieron un poder que realmente no tenían. El modo con el que se organizaba la experiencia socialista en esos países, nunca estuvo diseñado así ni podía estarlo en el pensamiento de los clásicos del marxismo, quienes tampoco especularon (eran científicos sociales) sobre el futuro, más allá de adelantar algunos rasgos generales de una necesaria transición.

La teoría de Marx señalaba la necesidad de un agotamiento de la capacidad de las relaciones de producción de asimilar el desarrollo de las fuerzas productivas, para que se generara una época revolucionaria, mientras que la Revolución de Octubre fue el resultado de un conjunto de agudas contradicciones sociales, de una opresión inicua contra el pueblo, de un agotamiento insoportable como resultado de la primera guerra mundial y de un estado intolerable de abuso, pobreza y miseria, en medio del cual Lenin y quienes compartieron su visión decidieron enrumbar sus esfuerzos por un difícil y riesgoso camino para tomar el poder, cuando Rusia estaba muy lejos del desarrollo capitalista. Pero la historia demostró que la decisión era justa.

La revolución rusa, la toma del poder político no eliminaba ni podía hacerlo la relación contradictoria entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción, pero la colocó en otra perspectiva por la acción consciente del sujeto social.
Al imponer desde el poder político relaciones de producción exentas de la explotación del trabajo asalariado por el capital anuló el fundamento de la contradicción trabajo-capital liberando así colosales magnitudes de energías creadoras de los trabajadores para avanzar en el desarrollo de las fuerzas productivas, pero ahora junto con un necesario proceso de transformación cultural cuyo final previsible era la satisfacción de las necesidades de los trabajadores, la justicia social, el colectivismo, la solidaridad, la cooperación.

El desafío interno y externo de la revolución rusa de octubre de 1917 fue enorme y también lo fueron los adelantos que alcanzaron guiados por el poder soviético y el ideal comunista. Más allá de los errores de la ignorancia [5] y el atraso, y de las insuficiencias lógicas de una teoría de la construcción del socialismo, camino inédito para la humanidad, la URSS llevó adelante grandes planes de electrificación e industrialización, generó un desarrollo material y espiritual capaz de asimilar el gigantesco desafío de la invasión de la Alemania nazi e imponerle la derrota, cargando con el peso principal en los costos humanos y materiales de esa conflagración mundial.
En la posguerra, los soviéticos levantaron de nuevo su país, su influencia creció en el ámbito europeo y mundial y con ello las ideas socialistas.

Sin embargo, también es una realidad que si bien la URSS hizo importantes saltos en el desarrollo de la industria básica y la agricultura mecanizada, alcanzó un alto nivel en las investigaciones fundamentales y en sus medios defensivos al punto de neutralizar las tentaciones del capitalismo mundial de destruir manu militari ese experimento socialista, en la URSS arraigó el verticalismo, no se desarrolló la democracia socialista, se cometieron abusos de poder, no lograron una teoría eficiente de su transición socialista, algo que tampoco alcanzaron otros países socialistas de Europa del Este, donde no necesariamente funcionaría lo que se estaba haciendo en la Unión Soviética. Recordemos aquella frase el XXII Congreso el PCUS: “Esta generación vivirá en el comunismo”.

El ejercicio del poder político, el edificio jurídico, la organización y la economía no podían anclar en la sociedad con el esquema impuesto, cuando la ciudadanía misma necesitaba otro medio social para desarrollarse satisfactoriamente. Las posibles soluciones experimentales a través de una amplia, activa y consciente participación social que nutrirían el desarrollo de una teoría eficiente de la construcción socialista estaban impedidas por la separación entre la ciudadanía y el poder político, que a la postre resultó letal.

La conquista del poder político, si bien permite una gestión consciente para adelantar el desarrollo y hacerlo con criterios racionales compatibles no solo con los seres humanos, sino también, con la naturaleza, con el medio ambiente, no puede, so pena de un enorme desgaste, desafiar realidades que son inherentes a la sociedad en transición socialista, en el intento de avanzar más de lo posible y de un modo más arbitrario que científico. Y es precisamente ahí donde ha habido improvisación en más de una experiencia de orientación socialista. Desde la política y la orientación ideológica se puede mucho, pero no se puede todo. Lo posible define los límites de lo necesario y la determinación de lo posible no es una apreciación arbitraria, individual o grupal, se requiere de un enfoque científico, de una teoría general de la transición socialista que fundamente los programas de acción.

Lenin había alertado más de una vez oportunamente acerca de que el primer deber de toda revolución es defenderse. Pero esa defensa solo sería efectiva si descansa en los hombros de los trabajadores. Fue efectiva cuando la urgencia de una amenaza militar externa imperialista y racista y la inminencia del peligro de muerte acompañaron con el patriotismo la defensa del poder político. El Estado multinacional soviético desarrolló una capacidad militar superior y sus armas, sus leyes y su organización blindaron al enorme país contra la agresión exterior, pero el desconocimiento de las necesidades más íntimas de su propia gente, el alejamiento y extrañamiento del poder, la excesiva centralización y verticalismo que apagaron el entusiasmo y la creatividad, la presencia de privilegios para los dirigentes y funcionarios y la enajenación no superada, además de errores en la política de las nacionalidades que proclamaba a destiempo que ya existía un “nuevo pueblo soviético”, minaron por dentro el socialismo que terminó con su implosión bajo la enorme y múltiple presión del capitalismo internacional.

Los acuerdos de Helsinki 1975 habían sido definidos entonces por la URSS como demostración de la fortaleza de sus posiciones y como reconocimiento jurídico del socialismo. Pero a la luz de las enseñanzas de la historia cabe preguntarse si las bases de esos acuerdos podían ser aceptadas desde una perspectiva genuinamente revolucionaria y si debieron ser discutidas otras bases, sin obviar lo que debía ser a todas luces rectificado.

Naturalmente, desde los poderes fácticos nortecéntricos del capitalismo internacional se aprovechó al máximo lo que estaba ocurriendo presentándolo como la demostración de la pretensa desnaturalización del ideal socialista y comunista, el fracaso del marxismo y consecuentemente, la demostración de la perdurabilidad e inevitabilidad del capitalismo. No es menos cierto que lo iniciado con el socialismo en un solo país terminó en el reflujo hacia el capitalismo de las experiencias socialistas. Pero también es cierto que de la mano de la profunda crisis múltiple del capitalismo se ve un creciente movimiento popular anticapitalista, un renacer de las ideas socialistas y una relectura activa del marxismo.




¿Socialismo en un solo país? (II)

La sociedad cubana resistió las consecuencias de la desaparición del socialismo en Europa del Este y la URSS. Los costos materiales y humanos del período especial son de difícil evaluación, pero es indiscutible que por largos años en los que las ideas socialistas sufrían un indiscutible reflujo, Cuba las mantuvo el tiempo suficiente para vivir su renacer, en particular en Latinoamérica y el Caribe.

Ahora bien, si consideramos la respuesta a la pregunta del título bajo la premisa de un ideal de socialismo pleno, de algo acabado e irreversible, entonces es obvio que en la actualidad no es posible a corto o mediano plazo. De hecho cabe pensar que mientras a escala planetaria no se produzcan transformaciones sociales que inclinen la balanza a favor de la superación del régimen capitalista, un socialismo así no es posible, tampoco en Cuba, y su proclamación entusiasta no es políticamente viable, ya que solo generará críticas porque no es alcanzable. Siempre he afirmado que el socialismo en Cuba es realidad, ideal y experimentación y que no hay un modelo predefinido que tenga que realizarse indefectiblemente.

Reconocido lo anterior, a la luz de las realidades actuales, la pregunta del título habría que ampliarla: ¿Si no es posible el socialismo pleno a corto o mediano plazo, vale la pena seguirlo intentando?

Puede formularse de otro modo más explícito si se aprecia el problema como el dilema entre retroceder al capitalismo dependiente o continuar buscando las fórmulas eficientes para organizar el metabolismo socioeconómico de la sociedad en su conjunto sobre la base de los principios socialistas (me refiero básicamente al predominio de la propiedad social sobre los medios de producción de bienes y servicios, infraestructura y recursos naturales, al papel del Estado en la organización de la actividad económica, organizativa, política y cultural del país, al papel de la ideología socialista, de la planificación, del antiimperialismo, de la política exterior de principios, de la democracia socialista y participativa).

La respuesta solo puede ser afirmativa y no simplemente por una elemental reacción motivada ideológica y políticamente sino básicamente por un balance de costos - beneficios.
El retroceso al capitalismo dependiente significaría el regreso al predominio de la propiedad privada sobre los medios fundamentales de producción de bienes y servicios, la desaparición del Estado socialista, la población quedaría totalmente a merced del mercado, sería imposible desarrollar un programa propio de nación que tenga en cuenta todos sus territorios, que sea equilibrado, amigable con la naturaleza, justo y que responda a los intereses de las grandes mayorías ciudadanas, se produciría el retorno a la funesta politiquería y a la demagogia, sería el deterioro y fin de las políticas sociales, el incremento exponencial de las diferencias sociales, la fragmentación acelerada de la sociedad, la mercantilización de la educación y de la salud pública, la desprotección de la niñez y de la tercera edad, la desaparición de los planes de desarrollo científico y tecnológico convenientes y necesarios para el país, el incremento de la mortalidad infantil y materna, el debilitamiento y desaparición del sistema de la defensa civil contra los desastres naturales y el papel del Estado en la recuperación, la deformación y corrupción de los medios de comunicación, la imposibilidad de defender los recursos naturales, de evitar el deterioro del medio ambiente, los crecientes obstáculos para proteger y desarrollar la identidad cultural que se verá a merced de los patrones del capitalismo tardío y del pensamiento único, el incremento del delito y de su peligrosidad, de la corrupción en todos los órdenes, de las mafias, de la drogadicción, el acrecentamiento del individualismo y del egoísmo, la pérdida de la tranquilidad ciudadana, el debilitamiento y desaparición de las colaboraciones internacionalistas cubanas, un debilitamiento del proceso de integración regional, habría un enorme retroceso ético, la lista de costos sería interminable.

Los eventuales beneficios, no podrán estimarse como los vemos en la sociedad cubana, porque el concepto mismo de beneficio se vincula hoy en Cuba con la equidad y la justicia social. El mismo concepto de bienestar estaría entre los principales costos.

Los primeros aprovechados de un retroceso al capitalismo dependiente serían las transnacionales, el imperialismo norteamericano y sus servidores, los explotadores, los anexionistas, y los que se ubiquen como minoría privilegiada a costa de las grandes mayorías. El sueño de una acrecida clase media en un país subdesarrollado y dependiente en manos de las transnacionales es solo eso: un sueño. Entre los probables beneficios estaría la desaparición del bloqueo económico de los EEUU, pero ello servirá ante todo a quienes en tales circunstancias tengan la propiedad sobre los medios fundamentales de producción y servicios, al pueblo llano llegarían las migajas, como ocurría antes de 1959.

Por eso, cuando la finalidad estratégica de la liberación social se ve amenazada mortalmente por la acción violenta de la contrarrevolución, la defensa de esa finalidad liberadora solo puede mantenerse con la vigilancia necesaria y la acción revolucionaria en la confrontación clasista, lo que se expresará en las acciones del Estado, las leyes y la ciudadanía participativa.

Una lógica elemental indica que para Cuba, donde el poder político responde a los intereses de las grandes mayorías, y las instituciones políticas, ciertamente requeridas de modernización, están vigentes y mantienen sus potencialidades, y donde están vigentes las políticas sociales fundamentales, el dilema verdadero no es si retroceder al capitalismo o continuar el rumbo socialista, sino cómo continuar la orientación socialista, como contrarrestar la influencia del capitalismo, alejarse sistemáticamente de él, de sus múltiples redes y tentáculos, y cómo atemperar los ideales a las posibilidades, cómo reorganizar el metabolismo socioeconómico para que estimule la reproducción de la iniciativa y la creatividad en todos los órdenes de la vida social, como profundizar la democratización de la sociedad, o sea, cómo asegurar el derecho de las grandes mayorías ciudadanas a participar y decidir, cómo movilizar las potencialidades productivas del país y aprovecharlas en favor de las grandes mayorías ciudadanas.

De nuevo sobre la ciencia del comunismo

Si no fuera tan a menudo subestimada no sería necesario reiterar que la construcción del socialismo requiere de teoría. El camino socialista no es solamente un ideal, una ciencia y el movimiento real, es también en el caso de un país como Cuba una mediación eficiente para el desarrollo económico a la vez que para aprender el nuevo modo de vida. Pero cada paso debe responder a una concepción integral desarrollada sobre bases sólidas que tenga en cuenta las variables necesarias.

La sociedad cubana que ha vivido una experiencia única a partir de la segunda mitad del siglo pasado está todavía lejos de alcanzar las condiciones materiales y espirituales que la califiquen para poder definirla como una sociedad socialista plena. La política de la revolución es socialista, el poder es del pueblo, el ideal es socialista y hay importantes características socialistas en el país, Cuba es socialista, pero en Cuba no hay un socialismo pleno.

Ha quedado bien claro que no basta con el acto jurídico-político de suprimir la propiedad sobre los medios de producción de bienes y servicios para que estos sigan después produciendo con eficiencia, luego de lo cual se organizaría una distribución con justicia del producto social.
Con ese acto jurídico-político se corta de raíz una relación (importante, sí, pero no única) del metabolismo socioeconómico hasta entonces en curso: la relativa al derecho del capitalista a la propiedad, a la explotación del trabajo ajeno y a las ganancias que representa la plusvalía que obtiene, pero quedan otras realidades, cuya superación no es ni puede ser igual de rápida, sino lenta y gradual, se configurará una situación nueva, inédita, cuya observación y seguimiento necesita de estudio sistemático y enfoque teórico conceptual, para anular la improvisación y aminorar en lo posible el error.

El cambio es de tal envergadura que toca prácticamente toda la vida de la sociedad, lo que hace imposible describir la infinitud de su alcance y manifestaciones. Basta señalar que los nuevos dueños colectivos nunca aprendieron antes a organizar la producción, manejar la economía, el control, la contabilidad, tomar decisiones, que surgen ahora nuevas realidades como lo tocante a las motivaciones para producir, el desafío que plantea un nuevo modo de distribución del producto social, que habrá hostilidad política del capital internacional, por solo señalar algunos temas que considero relevantes.

No solo la complejidad del mundo hoy en crisis, sino y fundamentalmente el hecho de las insuficiencias del desarrollo del país, a lo que se suma el bloqueo norteamericano, hablan a todas luces de un largo camino en Cuba con una economía mixta, en la que participarán formas diversas de propiedad, que irán desde la propiedad social gestionada por el Estado, hasta la pequeña propiedad privada, pasando por las asociaciones, las cooperativas, las empresas mixtas y algunos emprendimientos con un 100% de capital privado extranjero.

Lo anterior significa que el sistema de dirección de la economía que cobijará esa complejidad tiene que articular la propiedad social socialista que es y será predominante y los restantes tipos complementarios de propiedad y estructurarlas en sistema.

La eficiencia en la planificación que haga el balance de la economía nacional está en el reconocimiento de los diferentes tipos y formas de propiedad, por lo que la planificación y el control que desarrolle el sistema de regulación del metabolismo socioeconómico de la sociedad cubana en transición socialista deberán responder a una estructura de subsistemas de características diferenciadas, articulados por el Estado.

Dos elementos son esenciales en esas circunstancias: uno estriba en que si bien la propiedad privada grande, mediana o pequeña tendrá una influencia en la economía y a través de ella también en la subjetividad de la sociedad, donde no tendrá influencia alguna es en lo tocante al poder político, ese que ha sido conquistado y defendido por el pueblo trabajador y que es garantía de la transición socialista, el otro elemento se refiere a la Constitución y leyes del Estado Socialista, que conforman las bases del ordenamiento jurídico de la coexistencia de diferentes tipos y formas de propiedad, las cuales se constituyen con arreglo a la juridicidad establecida, encargada de asegurar el derecho, desigual como todo derecho, que garantice el espacio a los diferentes tipos de propiedad y, a la vez, la legalidad que asegure los derechos fundamentales de todos los ciudadanos y ciudadanas del país.

Por ello, es fundamental que la teoría del socialismo de cuenta especialmente de la correlación entre el metabolismo socioeconómico y la educación, la formación cívica, ética, política y jurídica que encarnan los valores de la ideología revolucionaria socialista.

Cuando afirmamos arriba que la sociedad cubana no tiene aún las condiciones materiales y espirituales para un socialismo pleno, nos estamos refiriendo en lo material al desarrollo económico-productivo, tecnológico, científico, a la infraestructura del país; cuando hablamos de las condiciones espirituales, subjetivas, nos referimos principalmente a la persistencia de la psicología de intercambio de equivalentes y al menoscabo del trabajo como valor por la pérdida de sentido del valor del trabajo que se ha producido como resultado de no haber tenido en cuenta esa psicología, algo ahora agravado por el hábito perverso de “resolver” las necesidades individuales a costa de los recursos que pertenecen a todos los ciudadanos, pero también unos individuos a costa de otros.

En la larga transición socialista no puede desconocerse el interés individual, so pena de que este se mimetice y realice de las más diversas formas irregulares. Recordemos que Lenin calificaba las primas, en tanto estímulo material a los trabajadores, como una práctica insoslayable en la transición y cuya eliminación solo podía imaginarse en el futuro comunista.[6]

Hay quien sostiene la idea que la liberación real del hombre (puede leerse el socialismo pleno y el comunismo) requiere tanto de un elevado desarrollo de las fuerzas productivas, como de un proceso internacional de transformaciones que la respalde.

Ciertamente los efectos negativos sociales de las diferencias inobjetablemente existentes serán contrarrestados por un nivel razonable de suficiencia productiva, que puede traducirse como una abundancia vista racionalmente, pero incluso esta está comprometida hoy de modo puede decirse trágico por la criminal depredación de los recursos de la naturaleza gracias a la lógica absurda del capitalismo tardío. Sin educación, sin formación, sin ética, sin ideología será imposible organizar la vida humana actual y futura sobre nuevas bases, no solo porque el edificio del socialismo no puede construirse con la arquitectura capitalista fundada en la creación de necesidades artificiales, el consumismo y el afán de lucro a cualquier costo -si bien requiere hoy de elementos de su ingeniería-, sino porque los recursos serán cada vez más escasos, el medio ambiente está más resentido y amenazado catastróficamente y será imprescindible un nuevo concepto de bienestar y de felicidad, que se fundamenta en un consumo racional, responsable y saludable.

Aun necesitada de las relaciones mercantiles la sociedad en transición socialista tiene que prestar atención prioritaria a contrarrestar las relaciones humanas mediadas por las mercancías y hacerlas cada vez más directas, mediadas por los valores socialistas[7], relaciones humanas en el más cabal sentido de la palabra.

En cuanto a las condiciones internacionales propicias para un socialismo pleno, no hay manera de predecir cuándo se producirán, pero aun en las actuales condiciones el socialismo imperfecto, inacabado, es incomparablemente más humano que el capitalismo.

El desarrollo de una teoría eficiente de la construcción socialista requiere de integrar armoniosamente a los seres humanos entre sí y a estos con la naturaleza y eso es algo que no puede lograrse solamente con medidas económicas; son imprescindibles la ideología y la política, la ética, la educación.

El comunismo como ideología

La superación del capitalismo es la transición socialista y este objetivo es imposible sin la ideología socialista y comunista. La transición socialista vista como actividad humana, como práctica, es un proceso consciente en el que los ciudadanos, los grupos, organizaciones, instituciones de la sociedad que de conjunto articulan el sujeto del cambio, adoptan –en diferentes grados y formas- una actitud correspondiente en general con los objetivos consensuados. La acción coherente, cohesionada del sujeto social múltiple, articulado y naturalmente diverso es funcional al cambio porque la base de la sociedad reproduce intereses compartidos, las estructuras políticas y jurídicas los amparan y el sistema de ideales, objetivos, conceptos, valores socialistas y comunistas articulan al sujeto múltiple en su diversidad y diferencias y es el fundamento del programa de acción en lo económico, lo organizativo, lo jurídico, lo político, lo social, lo cultural.

El papel de la ideología es consustancial al propio cambio. El proceso de surgimiento y desarrollo de la ideología revolucionaria se produce por ser una necesidad de la actividad humana consciente. Los valores revolucionarios nacen en el proceso de liberación humana y experimentan una sinergia que los identifica, articula y finalmente sistematiza. Una vez que la sociedad reconoce y estudia su existencia y desarrollo en tanto sistema funcional a los propósitos revolucionarios de liberación social, la ideología revolucionaria deviene poderoso instrumento de educación, orientación, articulación de voluntades, organización, cuya negación a ultranza debilita y puede anular el desarrollo de la transición.

El estudio de sus cambios, es imprescindible para que ella mantenga su funcionalidad como instrumento de las transformaciones revolucionarias. El estudio de la ideología revolucionaria, de su génesis, contenido, desarrollo, regularidades, papel social, etc. pasa a ser objeto de la actividad científica, y forma parte del saber necesario para el desarrollo de una teoría de la transición socialista en Cuba.



 
Soy comunista, toda la vida...

Así cantaban los guerrilleros italianos y los comunistas de todo el mundo en unos años en el que cundía un enardecimiento que presagiaba un impulso histórico al ideal comunista, la canción decía también “...y comunista he de morir”. Luego reapareció en Cuba a principios de la década del 60 del pasado siglo y después en el 68 parisino Pareciera que el epílogo de la revolución de octubre acabó con aquel entusiasmo, pero ahora una multitud de nuevos fantasmas comunistas está recorriendo el mundo, los reproduce la quiebra inevitable del capitalismo, su incapacidad para escapar de sus contradicciones y tragedias, su fatal ilusión de la eternidad, el mito de la salvación tecnológica del sistema.

Solo si no se logran ver los síntomas de su bancarrota histórica puede calificarse de triunfalista o de pura utopía el párrafo anterior. No lo es porque la profunda crisis múltiple del sistema es cierta y porque no se asignan plazos a priori, ni se definen pasos predeterminados para los cambios, algo que sería pura especulación. Lo que sí es a todas luces visible es que con los gigantescos recursos empleados en la propaganda pro capitalista, en la guerra cultural, si bien han logrado obstaculizar el avance de la historia, no han logrado el milagro de evitarlo.

Ahora bien, no se habla aquí del comunismo como de un esquema de algo que tiene que producirse de un modo dado, inevitablemente, o como la doctrina política de una organización, de un partido, sino como lo reiterado por Álvaro García Linera, el movimiento real que supera lo existente, un proceso en el que las ideas y la teoría jugarán su papel junto con los acontecimientos y la acción consciente. Y es hora de la ofensiva socialista.



[1] Licenciado en Ciencias Políticas, Diplomado en Teoría del Proceso Ideológico, Doctor en Ciencias Filosóficas, Profesor e Investigador titular del Instituto Internacional de Periodismo José Martí donde preside la cátedra de Periodismo de Investigación y es vicepresidente de la cátedra de Comunicación y Sociedad.

[2] Isabel Rauber, “Revoluciones desde abajo. Gobiernos populares y cambio social en Latinoamérica”, Ediciones Continente, Buenos Aires, 2012.

[3] Ignacio Ramonet, “Cien horas con Fidel”, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2006, p. 153.

[4] Podrían reconocerse los grupos siguientes: los que tenían mayor cercanía a la literatura marxista, leyeron parte importante de su obra y conocieron sus diferentes aspectos históricos y lógicos, los que tenían acceso a esa literatura y además conocieron la experiencia socialista de la URSS y otros países socialistas, los militantes del Partido Socialista Popular, simpatizantes, líderes obreros, que recibían las ideas en forma de programas políticos, crónicas y análisis hechos por los anteriores, los que tenían alguna lejana noción de lo que era el socialismo y el comunismo, los que ganados por la propaganda anticomunista y la demonización del socialismo y el comunismo, rechazaban estas ideas, etc.

[5] Por ejemplo los efectos medioambientales el desarrollo de la URSS han sido grandes, pero en aquellos años los estudios ecológicos apenas mostraban algunos avances.

[6] “Aún cuando nuestro objetivo final sea lograr la igualdad de remuneración para todo trabajo y el comunismo integral, no podemos proponernos de manera alguna implantar esta igualdad de inmediato en el momento presente, en que damos nada más que los primeros pasos para la transición del capitalismo al comunismo. De aquí que sea necesario mantener durante cierto tiempo una más elevada remuneración para los especialistas, para que puedan trabajar mejor, y no peor que antes, y por la misma razón tampoco podemos renunciar al sistema de primas para el trabajo más eficiente, en especial en el trabajo organizativo; las primas serán inadmisibles en el sistema del comunismo completo, pero en el período de transición del capitalismo al comunismo no es posible prescindir de las primas como lo atestiguan la teoría y la experiencia de un año de Poder soviético.” (V. I. Lenin, OC en 55 tomos, Editorial Progreso, Moscú, 1986, T. 38, pp. 106-107.)

[7] En otros trabajos he tratado con amplitud este cambio, aquí solo anoto que si bien en la transición socialista, las mercancías tienen características diferentes, estas se siguen produciendo, solo que el valor de uso de estas pasa a ser la finalidad principal de su producción, no las ganancias, aunque estas últimas juegan un papel regulador en el metabolismo socioeconómico.

Fuente Aporrea

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Raúl: Es preciso superar viejos hábitos e imponer la exigencia y el rigor como norma de nuestra conducta cotidiana.

martes, 24 de julio de 2012

Compañeras y compañeros:

Las últimas jornadas han sido intensas, el viernes 20 efectuamos una importante reunión del Consejo de Ministros con la participación de numerosos invitados y el domingo celebramos el Cuarto Pleno del Comité Central del Partido.

Por su parte, desde el pasado jueves se ha desarrollado la actividad parlamentaria previa al IX Período Ordinario de Sesiones de esta Asamblea Nacional, donde los diputados recibieron amplia información sobre los principales asuntos de nuestra actualidad y debatieron en las doce comisiones permanentes temarios exhaustivos que resumen la labor desarrollada en el transcurso del año en visitas a centros laborales, consejos populares, la participación en las asambleas locales del Poder Popular y el intercambio cotidiano con los electores acerca de los problemas más acuciantes del quehacer nacional.

Teniendo en cuenta lo anterior, no considero necesario extenderme en estas palabras y me referiré solamente a algunas cuestiones de mayor relevancia.
A pesar de las tensiones asociadas a la crisis económica y financiera global, los efectos del bloqueo norteamericano, a lo que se suman nuestras propias insuficiencias, podemos concluir que la economía nacional ha mostrado en el primer semestre un desempeño favorable.

El Producto Interno Bruto (el llamado P.I.B) creció un 2,1%, superior en dos décimas al de igual período del año pasado, a lo cual contribuyó el significativo incremento del comercio y las construcciones.

En sentido general, las actividades productivas fueron las que generaron el crecimiento de la economía, aunque en la agricultura el resultado todavía es discreto, no obstante haberse elevado la producción de arroz, leche y frijoles, sin llegar a las metas del plan. El incumplimiento en la producción de carne de cerdo y cítricos limitaron el ascenso de este  sector.



La zafra azucarera, si bien estuvo lastrada por atrasos, falta de organización y deficiente preparación de la industria, mantuvo la tendencia a su recuperación, creciendo en 17,1% la producción de azúcar.
Sin alcanzarse la cifra planificada de ingresos turísticos, en la primera mitad del año se logra un aumento del 5,8% de los visitantes extranjeros y una mejora de los indicadores principales en esta actividad.

Crecen, en mayor proporción que las importaciones, las exportaciones, tanto de bienes como de servicios, lo cual favorece la balanza comercial del país y el cumplimiento estricto de las obligaciones financieras vinculadas al proceso de reordenamiento de las deudas con los principales acreedores, contribuyendo al rescate gradual, pero sostenido, de la credibilidad de la economía cubana. No obstante, se ha mantenido una tensa situación en las finanzas externas, agravada por las restricciones en la obtención de nuevos financiamientos.

Se preserva el equilibrio financiero interno y, aunque insuficiente, se eleva la oferta a la población de materiales de la construcción en el primer semestre.
El presupuesto del Estado, como se informó, ha mostrado un comportamiento aceptable, por lo cual se estima concluir el año en los marcos del déficit aprobado.

En cumplimiento de los acuerdos del Sexto Congreso se ha venido desplegando el proceso de implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución.  A la par de suprimir viejas prohibiciones y la flexibilización adicional del trabajo por cuenta propia, se ha entrado en una fase cualitativamente superior para la actualización del modelo económico con la elaboración y aprobación de la Proyección Estratégica de implementación para el período 2012-2015, con su correspondiente cronograma de aplicación integral y paulatina.

Al propio tiempo se  dieron los pasos iniciales para la conceptualización del modelo económico del país y se aprobaron por la Dirección del Partido y del Gobierno las políticas para encaminar el reordenamiento macroeconómico en las esferas crediticia, de precios mayoristas y minoristas, así como la política fiscal, en cuyo caso se ha avanzado hasta la promulgación en esta sesión del Parlamento de la nueva Ley Tributaria. También se han estudiado los principios fundamentales de la nueva política monetaria, todo lo cual sienta las bases para ejecutar las transformaciones más sustanciales del sistema económico de la nación.

En cuanto al restablecimiento de la disciplina en las finanzas internas y la recuperación del papel del contrato como elemento rector en las interrelaciones de los diferentes actores del escenario económico nacional, tal y como se recoge en el Lineamiento No. 10, puedo informarles que comenzamos a apreciar los primeros síntomas positivos, sin dejar de reconocer que es muy largo y laborioso el camino a recorrer.
Esta batalla, imprescindible para poner orden en la economía, solo se podrá ganar con las armas de la exigencia, el rigor y la sistematicidad de todos y cada uno de los dirigentes y funcionarios administrativos y empresariales y bajo el control permanente del Partido.

Por otra parte, fue aprobada la política para la creación experimental de cooperativas en actividades no agropecuarias, en correspondencia con el Lineamiento No. 25, previéndose la elaboración de una ley general de cooperativas luego de transcurrido un plazo prudencial de estos experimentos.
Igualmente se autorizó aplicar la fórmula de arrendamiento en los establecimientos de servicios gastronómicos, que cuentan con una plantilla de hasta cinco trabajadores, de modo similar a lo efectuado en su momento con otros servicios personales, como barberías, peluquerías, reparación de calzado, por solo citar algunos.

Esta decisión, junto a los experimentos ya mencionados de las cooperativas no agropecuarias, permitirán al Estado desentenderse de la administración de un conjunto de producciones y servicios de carácter secundario para concentrarse en el perfeccionamiento de la gestión de los medios fundamentales de producción que se mantendrán bajo la condición de empresa estatal socialista que, como expresa el Lineamiento No. 2, es la forma principal en la economía nacional.

Con ese propósito, se ha seleccionado un grupo de organizaciones empresariales para la realización de experimentos dirigidos a dotarlas de autonomía suficiente y amplias facultades en su gestión económica y financiera, estableciéndose un nuevo sistema de relaciones entre las empresas y el Estado. Esta experiencia, de gran complejidad y magnitud, facilitará la supresión de frenos existentes para el desarrollo de las fuerzas productivas en el sector estatal y el diseño y posterior aprobación de una nueva Ley de la empresa estatal socialista.

Asimismo se ha conformado un anteproyecto de Código del Trabajo con el objetivo de ajustar a las nuevas condiciones los derechos y deberes de los trabajadores, teniendo en cuenta la sostenida incorporación de fuerza laboral a las formas no estatales de gestión. Planificamos presentar este proyecto de Ley a la Asamblea Nacional en julio del próximo año, luego de que se discuta  profunda y democráticamente con los trabajadores y los sindicatos.

La creación de fórmulas que propicien la producción de alimentos ha sido también objeto de análisis en el marco de la implementación de los lineamientos. Con ese fin se adoptaron diversas medidas para eliminar las ataduras que restringen el funcionamiento y la gestión de las unidades básicas de producción cooperativa —conocidas por UBPC—, de modo que todas las formas de propiedad existentes en el campo cubano actúen en igualdad de condiciones.

Al mismo tiempo, se encuentra en fase de implantación la política para la comercialización de productos agropecuarios en las provincias de La Habana, Artemisa y Mayabeque, con el objetivo de facilitar el acceso directo al mercado de las diferentes formas productivas, beneficiándose en mayor grado de las ventas, a partir del rediseño de las arcaicas redes de distribución existentes.

A cuatro años de la entrada en vigor del Decreto-Ley 259 sobre la entrega de tierras ociosas en usufructo y teniendo en cuenta las experiencias acumuladas, en los próximos días se emitirá un nuevo Decreto-Ley en esta materia que, entre otros asuntos, ampliará hasta 67,10 hectáreas (5 caballerías) la entrega de tierras a usufructuarios que estén vinculados a granjas estatales, UBPC o Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA); autorizará la construcción de viviendas permanentes en calidad de bienhechurías y asegurará la continuidad del derecho de usufructo a familiares o personas que trabajan la tierra.

En medio de estos cambios se ha venido cumpliendo el principio de que la Revolución no dejará desamparado a ningún ciudadano imposibilitado de trabajar, prueba de ello son los 110 millones de pesos en subsidios asignados a personas naturales para realizar acciones constructivas en sus viviendas.

Asimismo, en cumplimiento de los lineamientos 249 y 250 fue elaborado un conjunto de medidas para la solución integral de los problemas que afectan a las familias cubanas en la cocción de alimentos,  partiendo de la premisa de no modificar la matriz energética nacional, basada en privilegiar la electricidad ante otros combustibles de uso doméstico, lo cual, sin duda alguna, resulta más racional para el país. Entre algunas de esas medidas se encuentra estabilizar la reparación y mantenimiento de los equipos eléctricos de cocción y la aplicación de políticas de precios y crediticias que favorezcan su reposición o la adquisición de medios más duraderos, de mayor calidad y de mejores prestaciones, incluyendo su producción nacional.

En paralelo se ha continuado el experimento en las provincias de Artemisa y Mayabeque para delimitar  las funciones entre las asambleas y los consejos de la administración provinciales y municipales, al tiempo que prosigue el perfeccionamiento de la estructura de los Organismos de la Administración Central del Estado, de modo que se dediquen a las funciones estatales que les corresponden y no interfieran en la gestión del sistema empresarial.

En el contexto de la actualización del modelo económico, se ha prestado especial atención a la preparación de los cuadros, habiéndose graduado más de 2 mil 500 en los diplomados en Administración Pública y en Dirección y Gestión Empresarial.

La implementación de los lineamientos incluye, además, la elaboración de las bases del programa de desarrollo económico y social del país a largo plazo.
Se trata, compañeras y compañeros, de que junto con la actualización del modelo económico dejemos de pensar (solo) en la supervivencia y pasemos a proyectar con racionalidad, profundidad y optimismo las principales líneas del desarrollo sostenible de la economía y los recursos e infraestructuras que se requerirán para ello.

Ustedes seguramente se han percatado en los diferentes informes presentados a esta Asamblea  y en mi propia intervención, de las recurrentes menciones al número de los lineamientos cuando se abordan aspectos relacionados con estos. Debo decirles que eso no es casual, tiene toda la intención de ir fijando en nuestras mentes la firme voluntad de hacerlos cumplir y no permitir que decisiones trascendentales para el futuro de la nación se conviertan una vez más en letra muerta.

No se nos puede olvidar que esos acuerdos son fruto de uno de los ejercicios democráticos más amplios y profundos que ha llevado a cabo la Revolución en consulta con el pueblo.

Estoy convencido de que también comprenderán que una tarea de tamaña envergadura no puede cumplirse en un clima de indisciplina, desorden e impunidad. Es preciso superar viejos hábitos e imponer la exigencia y el rigor como norma de nuestra conducta cotidiana. No hay que estar inventando nada nuevo, lo que se requiere es, sencillamente, que día a día nos exijamos a nosotros mismos y a los subordinados el estricto cumplimiento del deber en las tareas de cada uno.

Ello constituye una de las líneas principales de mi trabajo en los cargos de Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, como medio imprescindible para generar y consolidar el cambio de mentalidad que requiere el cumplimiento de los acuerdos del 6to Congreso y la Primera Conferencia Nacional del Partido.

Tampoco alcanzaremos el éxito si nos dejamos llevar por la improvisación y el apresuramiento.  No han faltado en el plano nacional y sobre todo en el exterior las apelaciones, no siempre bien intencionadas, para que aceleremos el ritmo de las transformaciones.

En un asunto de tanto alcance, del que depende el futuro socialista e independiente de la Patria, no habrá nunca espacio para los cantos de sirena que nos llaman al desmontaje inmediato del socialismo y con ello imponer a la población las denominadas terapias de choque, o lo que es lo mismo, poner en peligro la estabilidad de la nación y la indestructible unidad del pueblo en torno al Partido y la Revolución.
Proseguiremos avanzando con decisión, serenidad y audacia, sin prisas, pero sin pausas, evitando cometer errores de significación estratégica.

En las dos últimas intervenciones ante este Parlamento abordé la actualización de la política migratoria, cuestión que no ha sido relegada en lo más mínimo, por el contrario, hemos continuado profundizando para su gradual flexibilización, teniendo en cuenta los efectos asociados y el escenario internacional.
Hoy ratifico la voluntad de la dirección del Partido y el Estado de acometer la reformulación de las normativas vigentes en esta esfera y proceder a su paulatina aplicación.


En el orden internacional también hemos tenido una fecunda actividad.  Conservo frescas en la memoria las impresiones de las recientes visitas oficiales a China y Vietnam, en las que constatamos el excelente nivel de nuestros vínculos bilaterales y la disposición para continuar reforzándolos en todos los campos.

La ocasión fue propicia además para continuar el intercambio de experiencias acerca de la construcción del socialismo, partiendo de las características propias de cada país.



Posteriormente realizamos una visita de trabajo a la Federación de Rusia, que nos permitió pasar revista a las tradicionales relaciones de amistad entre ambas naciones y plantearnos nuevos propósitos para su  fortalecimiento ulterior.


Unos días antes, habíamos asistido a la Conferencia sobre Cambio Climático en Río de Janeiro, veinte años después de la primera, donde se produjo la vibrante intervención del líder de nuestra Revolución, el compañero Fidel, advirtiendo del peligro de extinción de la especie humana, denunciando las causas y aportando soluciones.

En esta oportunidad nos reunimos con la presidenta de Brasil Dilma Roussef, a quien reiteramos la  satisfacción y gratitud por el magnífico estado de las relaciones bilaterales, sus perspectivas de desarrollo y abordamos la crisis económica global.

En la Conferencia de Cambio Climático fue evidente que apenas nada se ha hecho para contenerlo, debido a la falta de voluntad política de los países industrializados.  Los patrones de producción y consumo hoy prevalecientes en esas sociedades son aun más insostenibles mientras se acelera la destrucción de las condiciones indispensables para la vida en el planeta.



Al propio tiempo, no hay indicio alguno de que la profunda crisis económica global, resultado del egoísmo y de la injusticia, esté en camino de resolverse.  Las fórmulas aplicadas por los gobiernos de los principales centros económicos giran todas en torno a la salvación de las clases privilegiadas a la vez que se descargan sus terribles consecuencias sociales sobre los trabajadores, los desempleados, las minorías y los inmigrantes.

Fruto de la política de principios de la Revolución y de su trayectoria de solidaridad y amistad con los pueblos del mundo, se amplían y enriquecen nuestros lazos con países de todos los continentes.

Nunca antes había sido más repudiada la política de hostilidad, guerra económica y subversión de los Estados Unidos contra Cuba.  A los reclamos reiterados y abrumadoramente mayoritarios de la ONU para que se ponga fin al bloqueo, se suma la posición unánime de América Latina y el Caribe, expresada con extraordinaria fuerza y unidad en la llamada Cumbre de las Américas, efectuada en la ciudad de Cartagena, en Colombia.



Los acontecimientos más recientes acaecidos en el norte de África y el Medio Oriente demuestran que el gobierno de los Estados Unidos, con el concurso de sus aliados europeos, promueve sin ningún disimulo el derrocamiento por la fuerza de gobiernos soberanos, para lo que arma, financia y entrena a grupos opositores, sin dejar de recurrir a mercenarios.

Hace pocos días, la firme oposición de Rusia y China cerró el paso a un proyecto de resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que abriría el camino a una agresión militar contra Siria.  Hemos apoyado, y lo reafirmamos hoy, el derecho del pueblo sirio al pleno ejercicio de la autodeterminación y la soberanía, sin injerencia ni intervención extranjera.

Deben cesar la violencia, las masacres y actos terroristas que cobran vidas inocentes, el trasiego de armas y dinero a los grupos insurgentes y la manipulación mediática con fines políticos.



En nuestra región, Estados Unidos conspira con las oligarquías nacionales contra los gobiernos progresistas, comprometidos con los legítimos reclamos de justicia social y de soberanía sobre los recursos naturales.  El reciente golpe de Estado parlamentario en Paraguay evidencia que esta tendencia continúa, aunque se añadan otras modalidades a los clásicos golpes militares del pasado.


Contra la Revolución Bolivariana no dejan de fraguarse planes de desestabilización con motivo de las próximas elecciones.  Aprovecho la ocasión para en nombre del pueblo cubano testimoniar nuestra inconmovible solidaridad y apoyo a la patria de Bolívar y al hermano presidente Hugo Chávez Frías (Aplausos).


También se conspira contra Cuba.  Estados Unidos no cesa en el afán de formar su quinta-columna en suelo patrio y en el empleo de novedosas tecnologías con fines subversivos.
Crece la persecución de las transacciones financieras y el despojo de activos cubanos como hicieron hace poco con la marca Havana Club y se incrementan las campañas propagandísticas contra la Revolución, cuyo último ejemplo es el desproporcionado tratamiento mediático y la tergiversación del ya controlado brote de cólera en la provincia Granma, para desprestigiar el sistema de salud cubano y sus logros, reconocidos a nivel mundial.

En consonancia con los preceptos de la política de cuadros acordada en el 6to Congreso y la Primera Conferencia Nacional del Partido, desde hoy una mujer, representante de la generación nacida después del triunfo revolucionario, ha sido elegida como Vicepresidenta de nuestro Parlamento, me refiero a la compañera Ana María Mari Machado, miembro del Comité Central y Diputada a esta Asamblea, quien se desempeñaba como Vicepresidenta del Tribunal Supremo Popular.

Ana María sustituye en esta responsabilidad al compañero Jaime Crombet, el que solicitó la renuncia por razones de salud y atesora una brillante hoja de servicios a la Revolución, desde sus años de estudiante universitario, primero en la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), la Asociación de Jóvenes Rebeldes y luego en la Unión de Jóvenes Comunistas, organización donde mantuvo una trayectoria ascendente hasta ocupar el cargo de Primer Secretario de su Comité Nacional y Jefe de la Columna Juvenil del Centenario.

Desempeñó importantes responsabilidades partidistas, como Primer Secretario del Comité Provincial en La Habana y Pinar del Río, representante del Partido y Embajador de Cuba en Angola y miembro del Comité Central y de su Secretariado.  En su condición de Jefe de la Sección Política del Frente Norte de Angola, participó en las acciones de ese mando militar contra las fuerzas intervencionistas del dictador Mobutu de la entonces República de Zaire.

En la esfera gubernamental ejerció como Vicepresidente del Consejo de Ministros.
En consideración a sus relevantes méritos, cualidades personales y el profundo conocimiento del sistema de órganos del Poder Popular, el compañero Jaime trabajará conmigo en la atención a la comisión que elaborará el proyecto de modificaciones a introducir en la Constitución de la República, en cumplimiento de los acuerdos del 6to Congreso del Partido.

Pocas horas nos separan de la conmemoración en Guantánamo del 59 aniversario del asalto a los cuarteles “Moncada” y “Carlos Manuel de Céspedes”.  Al igual que entonces, son muchos los retos que tenemos por delante, pero también lo son las energías y la disposición, en este caso de todo un pueblo, para superarlos, bajo la dirección de su único Partido, con la misma valentía y optimismo de nuestros Cinco Héroes, a quienes enviamos un caluroso y fraternal abrazo.

Eso es todo por ahora.
Muchas gracias (Aplausos).

Discurso pronunciado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la clausura del IX Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en el Palacio de Convenciones, el 23 de julio de 2012, “Año 54 de la Revolución”.
(Versiones Taquigráficas – Consejo de Estado)

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OEA: ¡Fuera de Paraguay!

jueves, 28 de junio de 2012

OEA: ¡Fuera de Paraguay!



Si el golpe de Estado militar contra el presidente Manuel Zelaya en Honduras, en junio de 2009, fue una acción contra el «eslabón más débil» de la cadena de los gobiernos latinoamericanos de izquierda y progresistas, el reciente golpe de Estado legislativo contra el presidente Fernando Lugo en Paraguay, es una acción contra el segundo «eslabón más débil» de la misma cadena. En el primer caso, la OEA, a través de la «mediación» de Oscar Arias, le permitió ganar tiempo a los golpistas para que consumaran el hecho. En el caso que hoy nos compete, hay que evitar que eso se repita.

El imperialismo norteamericano estrenó un nuevo sistema de dominación continental a raíz del derrumbe del bloque europeo oriental de posguerra, cuando suponía que las fuerzas populares latinoamericanas habían sido históricamente derrotadas. En esas condiciones, impuso una reforma del Sistema Interamericano, basada en la implantación de la democracia neoliberal como forma de gobierno, en el intento de construir un Área de Libre Comercio de las Américas y en el aumento de su presencia militar directa en la región.


En parte por prepotencia, pero también por ignorancia, el imperialismo asumió que podía implantar un esquema único de alternancia democrático burguesa, en el que los políticos neoliberales de distinta filiación partidista se sucedieran en el gobierno, en la medida que el agravamiento de la situación socioeconómica desencadenase el voto de castigo contra uno u otro de ellos. Fue incapaz de prever que el voto de castigo llegaría a ser contra la democracia neoliberal como sistema, no solo contra una u otra de las personas y fuerzas políticas que participan en él. Tampoco logró anticipar que los pueblos ejercerían su derecho al voto para elegir gobiernos de izquierda y progresistas de diversa composición y modulación. Por ello forzó la aprobación de la llamada clausula democrática, no solo en la OEA, sino en todos los mecanismos regionales y subregionales del continente. Esa clausula, destinada a condenar y sancionar toda interrupción al orden constitucional, se le convierte ahora en un obstáculo para derrocar a los gobiernos que no son de su agrado.

Al imperialismo norteamericano le sucedió como a quien compra un auto sin garantía, pensando que le durará a perpetuidad, pero pronto se da cuenta de que no sirve. Sus opciones son comprarse otro auto, hacerle al auto inservible una reparación de gran envergadura o llevarlo al mecánico de la esquina para que se lo «remiende» como pueda. Revisemos las opciones:
  • «Comprarse otro auto» sería implantar otro sistema de dominación continental, tal como hizo la administración de George H. Bush entre 1989 y 1993. Esto es impensable tanto por el agravamiento de sus contradicciones con América Latina y el Caribe, como por las divergencias existentes en las clases dominantes de su propio país, que le impiden sustituir las políticas obsoletas que viene arrastrando desde hace años, no solo hacia el resto del continente sino en casi todos los temas de política interna y política exterior.
  • «Una reparación de gran envergadura» implicaría adoptar una posición constructiva ante los temas de la denominada agenda interamericana: respeto a la soberanía, la autodeterminación y la independencia de los pueblos; eliminar el bloqueo a Cuba; reconocer el derecho a la independencia del pueblo puertorriqueño; dar una solución integral y justa a los problemas de la migración que va en busca de los capitales y empleos succionados de la región; combatir el consumo de drogas en su propio país, como elemento indispensable para dar una solución efectiva al flagelo del narcotráfico; combatir el tráfico de armas estadounidenses que abastece al crimen organizado, en especial, en México; prescindir de su política económica y comercial unilateralista; y otros. Todo eso es impensable. ¿Qué pasó con el «new begining» anunciado por Obama en la Cumbre de las Américas de Trinidad y Tobago? ¿Qué le pasó a Obama en la Cumbre de las Américas de Cartagena con los temas de Cuba, las Malvinas y otros?
  • «El remiendo del mecánico de la esquina» es tratar de restablecer la democracia neoliberal, caso por caso, por cualesquiera medios y métodos, en los países de América Latina y el Caribe gobernados por fuerzas de izquierda y progresistas. Aunque los gobiernos progresistas no han roto con el neoliberalismo, sino solo lo han atenuado, incluso en esos países el imperialismo y la derecha local aspiran a volver a los «buenos tiempos» de la «ortodoxia»: los de Menem, Salinas, Carlos Andrés, Fujimori, Sanguinetti y otros.
El imperialismo norteamericano y la derecha latinoamericana han intentado «el remiendo del mecánico» en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Honduras y Paraguay. Ya «remendaron» la democracia neoliberal en Honduras, en este momento «están tratando de remendarla» en Paraguay –es decir, en los dos «eslabones más débiles» de la cadena–, y siguen intentando hacerlo en Venezuela, Bolivia y Ecuador, y también en Brasil, Uruguay, Argentina y otros países. En todos ellos buscan encontrar un tercer, un cuarto, un quinto eslabón débil, y así sucesivamente, hasta «remendar» a todo el continente con el esquema de democracia neoliberal que ya demostró ser estructuralmente insostenible.
  • ¿Por qué era Honduras el «eslabón más débil» de la cadena? Porque el giro progresista del presidente Zelaya fue un acontecimiento sorpresivo; porque ese giro incluyó una política social que despertó la ira de los poderes fácticos que siguieron intactos; y porque no se fraguó una interacción orgánica y constructiva entre su gobierno y el conjunto de las fuerzas populares hondureñas. El imperialismo norteamericano y la oligarquía hondureña se unieron contra Zelaya, antes que Zelaya y los sectores populares se unieran entre sí.
  • ¿Por qué se convirtió Paraguay en el segundo «eslabón más débil» de la cadena? Porque para alcanzar el titánico éxito de haber puesto fin al monopolio del poder político ejercido por el Partido Colorado, Fernando Lugo se vio en la necesidad de asimilar en su coalición electoral a la otra fuerza tradicional de la derecha paraguaya, el Partido Liberal Radical Auténtico, que boicoteó su gestión desde la legislatura y desde su propio gabinete; porque las fuerzas populares paraguayas apoyaron a Lugo en bloque, pero fueron divididas a las elecciones legislativas y municipales, lo que redujo su representación institucional a la mínima expresión; y porque esos factores crearon una situación ambivalente.
Con respecto a la ambivalencia del gobierno de Lugo, un líder de la izquierda paraguaya citaba las palabras de un dirigente social en una asamblea: « nosotros, los dirigentes sociales, a esta altura no sabemos si somos oficialistas u opositores; antes éramos opositores y construimos nuestra fuerza social y política; ahora, nuestra gente cree que somos del gobierno, nos piden cosas y los ministros desconocen nuestra reivindicaciones »1. La historia se repite: el imperialismo norteamericano y la oligarquía paraguaya se unieron contra Lugo, antes que Lugo y los sectores populares se unieran entre sí.

Ahora bien, ¿qué cabe esperar ahora del imperialismo norteamericano y la derecha paraguaya?
Cabe esperar que Federico Franco, igual que hizo Roberto Micheletti, trate a toda costa de mantenerse en el gobierno hasta los próximos comicios presidenciales. La elección de quienquiera que triunfe será espuria, igual que lo fue la de Porfirio Lobo en Honduras, pero el mandato constitucional de Lugo habrá expirado, como ocurrió con el de Zelaya.

La apuesta del imperialismo y la derecha local es que, una vez creada una situación de facto, irreversible, el candidato presidencial triunfante, Colorado o Liberal, termine siendo reconocido, aceptado o tolerado, aunque sea a regañadientes, tanto dentro del país como fuera de él. ¿No es eso lo que ocurrió, al menos parcialmente, con Porfirio Lobo? Así se habrá «restablecido la democracia», entiéndase, la democracia neoliberal, y quedará sentado un segundo precedente de que se puede derrocar a los gobiernos progresistas y de izquierda. Así se abre el camino para seguir golpeando, uno a uno, a los próximos gobiernos que resulten ser el «eslabón más débil» de la cadena.

¿Por qué derrocar a los presidentes Zelaya y Lugo, cuando entran en la recta final de sus mandatos constitucionales, en países donde no existe la reelección y donde no había otras figuras presidenciables con perfiles políticos similares a los de ellos? De las fuerzas de derecha hondureñas y paraguayas no esperemos razonamientos sofisticados: son primitivas. Para ellas, el poder siempre ha sido y siempre será suyo: ¡basta ya de tolerancia con estos «izquierdistas»! Para el imperialismo, los móviles son más estratégicos: tiene mucho más valor político sentar todos los precedentes posibles de que los gobiernos de izquierda y progresistas son «derrocables», a seguir obstruyendo su gestión hasta que expiren sus respectivos períodos. Los derrocamientos de Zelaya y Lugo son precedentes para el derrocamiento de otros presidentes, que sí pueden ir a reelección o sí cuentan con un relevo seguro.

Evitar a toda costa la interferencia de la OEA

Honduras está ubicada en Centroamérica y el golpe contra el presidente Zelaya ocurrió cuando no existía la CELAC. Eso hizo que la «negociación» para «restablecer la democracia» fuese competencia de la OEA. Debido a que la correlación de fuerzas dentro de esa organización era favorable a la restitución de Zelaya, la malévola política imperialista y la ingenuidad del derrocado mandatario, llevaron a «secuestrar» el debate y a que fuera designado como «mediador» el entonces presidente costarricense Oscar Arias, quien dos décadas antes había recibido un Premio Nobel por descarrilar el proceso de paz en Centroamérica que auspiciaba el Grupo de Contadora.

A diferencia de Honduras, Paraguay está ubicado en el corazón de América del Sur, y está sujeto a los compromisos adquiridos como Estado ante MERCOSUR, UNASUR y CELAC. En particular, está obligado a cumplir la clausula democrática que el imperialismo norteamericano impuso como instrumento de su política injerencista, y que hoy, en circunstancias como ésta, se vuelven contra él.
No hay siquiera que imaginar la posibilidad de que la OEA sea el foro regional para debatir y adoptar medidas respecto a lo ocurrido en Paraguay, una OEA incluso más desprestigiada e inoperante que la de 2009. MERCOSUR, UNASUR y CELAC, esos tres anillos de concertación política, dos de ellos sudamericanos, y uno latinoamericano y caribeño, son más que suficientes.

A la OEA nada hay que ir a hacer, pero, en todo caso, si alguien, con mala o buena voluntad, cita a una reunión del Consejo Permanente sobre el tema, lo que le compete a los miembros de MERCOSUR y UNASUR es informar allí las sanciones, irrevocables, adoptadas contra el gobierno usurpador.
¡Ni pensar en convocar a una Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA, porque para ello el imperialismo necesitaría dos tercios de los votos, una cifra inalcanzable si la concertación política funciona bien en la UNASUR y la CELAC!

¿Qué esperamos del presidente Lugo?

Que no cometa el mismo error que Zelaya, que no confíe, en lo más mínimo, en el discurso de la supuesta defensa de la democracia del imperialismo, ni de la OEA como institución. La «democracia» del imperialismo y de la OEA no lo incluye a él, como no incluía a Zelaya.

¿Qué esperamos de las fuerzas populares paraguayas?

Que lo ocurrido sea un poderoso incentivo para forjar la unidad que no lograron en el momento de la elección del presidente Lugo, ni durante el tiempo transcurrido de su mandato aún inconcluso. No es momento de recriminaciones, sino de reflexión, maduración y acción. Si durante esos años no quedaba claro para ellas si eran oficialistas u opositoras, es evidente que hoy son opositoras, y que la derecha las consideraba una parte indeseada del oficialismo.

¿Qué esperamos de los gobiernos de izquierda y progresistas de América Latina y el Caribe?
Esperamos que, una vez suspendido el Estado paraguayo de su condición de miembro del MERCOSUR –un Estado cuya derecha vetaba el ingreso de Venezuela en ese mecanismo de integración–, sus miembros activos, Argentina, Brasil y Uruguay, desbloqueen ese ingreso, algo que, seguramente, ni el imperialismo ni la derecha paraguaya previeron

Confiamos en que adoptarán las más enérgicas e indeclinables medidas contra los usurpadores en el MERCOSUR, en la UNASUR y, si fuese necesario y conveniente, en la CELAC. También confiamos en que promuevan la más enérgica condena internacional contra el golpe de Estado ocurrido en Paraguay, todo ello, para evitar que se convierta en un remake del hondureño.

Nota:

1 Véase a Hugo Richer: «Paraguay: un momento crucial en medio del laberinto», en La izquierda latinoamericana a 20 años del derrumbe de la Unión Soviética, Roberto Regalado (coordinador), Ocean Sur, México D.F., 2012, p. 355.

Roberto Regalado es Doctor en Ciencias Filosóficas, profesor del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana y coordinador de varias colecciones de la editorial Ocean Sur.

Publicado en Rebelión

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