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Intervención
en el II Taller Internacional “Las redes sociales y los medios alternativos,
nuevo escenario de la comunicación política en el ámbito digital”.
La batalla
de la izquierda y las redes sociales
La Habana, febrero 2013.
Las
nuevas tecnologías, internet, las redes sociales han llegado a la ciudadanía
con una aureola de democratización, participación e igualitarismo que conllevó
una fascinación progresista unida a la ya de por sí inherente de la
tecnológica.
No solamente se trataba de aparatitos, formatos y soportes
fascinantes tecnológicamente -como toda tecnología innovadora-, sino que además
resultaban -en tanto que igualitarias y baratas- libertadoras en la medida en
que parecía que rompían el monopolio de la difusión de los grandes grupos de
comunicación y las grandes empresas. No se podía pedir más. No negaremos que
parte de todo esto es verdad, pero no basta con esa conclusión, existen muchos
más elementos en torno a las nuevas tecnologías de los que debemos estar
alertados y preparados; y es necesario poner en tela de juicio ese mito
progresista respecto al nuevo fenómeno comunicacional.
Debemos de
plantearnos si las redes sociales son un elemento de socialización o, por el
contrario, de aislamiento. Ya sabemos que el 39% de los usuarios de redes pasa
más tiempo socializado a través de estos canales que con otras personas cara a
cara. Y en cuanto a las motivaciones que les llevan al uso de las redes y los
contenidos y temáticas que les ocupan, el exhibicionismo de la intimidad, la
vanidad y el egocentrismo priman en redes como Facebook por encima del interés
por formarse cultural o intelectualmente. Se piensa que los formatos de estas
redes son un fenómeno de revolución popular de signo progresista, pero, como en
la mayoría de los productos culturales promovidos por el mercado moderno, el
dominio sigue siendo de la frivolidad, un estudio de Twitter mostró en 2012 que
los picos de actividad coincidieron con los goles de la Eurocopa, cuando los
usuarios usaban la red social para celebrarlo [1] . El futbolista Fernando
Torres tenía 318.714 seguidores en Twitter y lo único que había escrito en la
red era un tuit, en inglés, medio año antes diciendo algo así como “Todavía no
he empezado en Twitter, pero esta es mi página oficial y ya está lista para
cuando llegue el momento oportuno”. De modo que había cientos de miles de
personas siguiendo a alguien que no decía nada.
La
importancia que se da a las redes sociales es tal que se dice que algunos
medios seleccionan a sus colaboradores y columnistas según el número de
seguidores que tienen en las redes sociales. El profesor francés Salim Lamrani
demostró que la bloguera anticastrista de fama mundial Yoani Sánchez,
colaboradora en numerosa prensa europea, había inflado su Twitter con miles de
seguidores falsos.
El supuesto
igualitarismo democratizador de las redes sociales ha tenido, no se puede
negar, elementos positivos, como el fin del oligopolio de la agenda y la
selección informativa de los grandes medios, pero también tiene su cara
negativa. Se trata de la ausencia de brújula que nos oriente para distinguir lo
valioso de lo irrelevante, lo riguroso del rumor, lo verdadero de lo falso, el
especialista del improvisador, el análisis del brillante del comentario de bar.
Que yo pueda pontificar sobre política con la misma autoridad que Kissinger o
de economía con la misma contundencia que Friedman nos puede enorgullecer a los
críticos del control de la información por parte de los poderes, pero no supone
necesariamente sustituir el pensamiento dominante del establishment por el
pensamiento alternativo crítico. La catarata de internet nos ofrece sin
distinción el estudio riguroso, el dato valioso, el argumento elaborado, la
tesis consparanoica sin fundamento, la cifra falsa, la suplantación de un
testigo, el megalómano mentiroso, el vanidoso cansino, la trivialidad banal. No
quisiera que se me confundiera y se pensase que estoy defendiendo el elitismo,
la historia está repleta de supuestos especialistas y doctos que sólo eran unos
mediocres pero, para cambiar y mejorar el mundo, es necesario orientarse en la
niebla y el vocerío estruendoso puede ser tan estéril que también puede
colaborar con la reacción e impedir el cambio. Mi propuesta no es renunciar a
las redes sociales ni a otras muchas opciones que nos abre la red, sino tener
claras sus limitaciones e intentar rectificar la deriva de sus contenidos y el
perverso uso mayoritario que la ciudadanía le está dando.
Un objetivo
ideológico
Hemos de
considerar que si bien la aparición de internet ha supuesto una libertad de
información -y de desinformación- sin precedentes y el fin del oligopolio de la
distribución de esta información, en la red siguen siendo desproporcionadamente
poderosos los mismos que fuera de ella. Las grandes empresas desarrollan
métodos de presencia e influencia abrumadora sobre el contenido de internet: a
través de colaboradores pagados en foros y webs, mediante influencia en
buscadores, inversiones en diseños y tecnología que desarrollan sus proyectos
en internet. Tampoco olvidemos que lo más leído en la red en cuanto a
información siguen siendo los grandes medios tradicionales, incluso son los más
referenciados en las redes sociales. Según datos del Instituto Nielsen
NetRatings publicados por Le Monde y citados por Ignacio Ramonet, “de entre los
doscientos sitios web de información online más visitados de Estados Unidos,
los medios tradicionales representan un 67% del tráfico” y “el 80% de los
enlaces que encontramos en las webs informativas, los blogs o las redes
sociales norteamericanos remiten a medios de comunicación tradicionales”.
Concluye Ramonet que “en internet, el fenómeno de la concentración de
información y de la escasez de pluralismo, aunque de naturaleza diferente, no
es menos importante que en la prensa tradicional” [2].
Por otra
parte, y recordando a Guy Debord, el formato espectacular de imagen, color,
movimiento, interacción y superficialidad de la información actual ya es, en sí
mismo, ideología: “El espectáculo es la ideología por excelencia, porque expone
y manifiesta plenamente la esencia de todo sistema ideológico: empobrecimiento,
servidumbre y negación de la vida real”. [3]
Son
numerosos los elementos de ideologización que encontramos en los nuevos
formatos y el nuevo patrón informativo que se está imponiendo. Para empezar los
motores de búsqueda ya incorporan un sesgo reaccionario y conservador. Sus
criterios priman lo mayoritario, lo popular, el consenso dominante, no solo a
la hora de priorizar las temáticas, sino también las tesis sobre esos temas,
los autores, los portales informativos. En una biblioteca uno encontraba el
libro del pensador reaccionario al lado del pensador rupturista, en cambio
Google nos ofrece los primeros diez enlaces del autor y el medio dominante y el
alternativo o contracorriente aparece mucho después. Los grandes medios pueden
disponer de técnicos y complejas estrategias informáticas para lograr un buen
posicionamiento en los motores de búsqueda, en algunos casos incluyen en sus
contenidos determinadas palabras claves que saben que son las más buscadas por
los internautas. Tenemos así otra nueva forma de adulteración de la información
que se intoxica para triunfar en Google.
Propietarios
Para
aproximarnos al ideario de los principales interesados en el nuevo modelo
informativo tecnológico podemos hacer un somero repaso de los accionistas de
las principales empresas, es decir, quienes financian y reciben beneficios de
este modelo.
En primer
lugar tenemos al gigante Google, que cotiza en el Nasdaq y es propietario,
entre otras empresas y servicios, de Youtube y de Motorola Mobility. Entre sus
accionistas, junto a los fundadores Sergey Brin y Larry Page, se encuentra Eric
Schmidt, miembro del Club Bilderberg, fue el presidente y director general de
Google hasta abril de 2011. También Ram Shriram, antes directivo de Netscape y
de Amazon. Entre los inversores institucionales, básicamente se encuentran
grandes fondos de inversión de capital riesgo como FMR LLC, The Vanguard Group,
Inc., State Street Corporation y otros más.
En cuanto a
Facebook sabemos que recaudó unos 18.000 millones de dólares con su salida a
Bolsa, esa operación la gestionó Morgan Stanley, que estuvo al frente de la
operación junto Goldman Sachs y JP Morgan. Su fundador, Mark Zuckerberg, posee
el 18,4% de la compañía. Entre los principales accionistas y directivos se
encuentra Goldman Sachs, un banco que, como se recordará, estuvo implicado en
la crisis financiera de Estados Unidos en 2008. También estuvo involucrado en
el origen de la crisis financiera de Grecia de 2010-2011, ya que ayudó a
esconder el déficit de las cuentas griegas del gobierno conservador. Otro
accionista de Facebook es Erskine Bowles (también es miembro de la junta
directiva), fue alto cargo de la administración Clinton y ahora de la de Obama
como presidente de la Comisión Nacional de Responsabilidad Fiscal y Reforma.
Además es miembro de la junta directiva de General Motors , Morgan Stanley y
Norfolk Southern Corporation. También tenemos a Sheryl Sandberg, quien trabajó para
Google y el Banco Mundial. Fue jefa de gabinete en el Departamento del Tesoro
en la Administración Clinton. Pertenece al directorio de empresas como Walt
Disney y Starbucks. Y Reed Hastings, director ejecutivo de Netflix, un
proveedor de internet estadounidense, y miembro del consejo de administración
de Microsoft, además del de Facebook.
La mayoría
de los accionistas de Twitter proceden de firmas de capital de riesgo como
Spark Capital, Union Square Ventures, Kleiner Perkinsm Benchmark Capital, Institutional
Venture Partners, T. Rowe Price, y DST Group. La empresa está obsesionada con
que no sean más de 500 para no tener que cotizar en bolsa y no hacerlos
públicos. Se sabe que entre los accionistas de Twitter se encuentra el príncipe
saudí Alwaleed bin Talal, quien anunció en diciembre de 2011 que había
adquirido una participación de 300 millones de dólares. Skype ha sido comprada
recientemente por Microsoft y Tuenti es propiedad en su mayoría de Telefónica.
A todo lo
anterior podemos añadir los intereses empresariales de los consorcios de
fabricación de teléfonos móviles, la industria de la informática y las
operadoras de telefonía e internet. En conclusión, una vez más, detrás de las
empresas de los nuevos formatos de comunicación, están los grandes grupos de
inversión mundiales junto con algunos multimillonarios de la nueva economía, es
fácil deducir la ideología que promoverán.
Censura
La propiedad
privada de las empresas tecnológicas y sus soportes tecnológicos modernos les
permiten todo tipo de censura que, asombrosamente, es aceptada por ciudadanía y
los poderes públicos. Se considera a redes sociales como Facebook y soportes
como Youtube ejemplos de logros en la democratización de la información sin
percibir que se trata de empresas privadas que, mediante un teclazo desde sus
centros de control, pueden eliminar un contenido díscolo y hacer desaparecer a
un usuario con la resignación de una sociedad que nunca se plantea que estamos
ante un ataque a la libertad de expresión. Facebook veta imágenes que no le
gustan y expulsa de sus páginas a colectivos que le parecen indeseables. En
junio de 2012, Facebook censuró una portada de la revista de humor española El
Jueves alusiva a Merkel y Rajoy y comunicó al administrador que la había
colgado que se le sancionaba con 30 días sin poder subir contenidos a la red
social. [4] Si la revista se seguía distribuyendo con normalidad en los
quioscos y, en cambio, en la red social Facebook no se permitía y se sancionaba
al usuario estábamos sufriendo, de manos de las redes sociales, un retroceso de
la libertad de expresión.
Las noticias
de grupos sociales que ven eliminada su página de Facebook son constantes, en
abril de 2011 diferentes colectivos que protestaban en el Reino Unido contra
los recortes de su gobierno denunciaron el cierre de sus páginas en esta red
[5] . Ese mismo mes unos activistas españoles del 15M denunciaban que el
anuncio de su manifestación, con más de veintitrés mil asistentes confirmados,
era borrada de varias de sus páginas. [6] Youtube elimina vídeos bajo cualquier
argumento insostenible, como sucedió con la cuenta del portal Cubadebate por un
vídeo que denunciaba el apoyo financiero que recibía el terrorista Luis Posada
Carriles [7] , autor intelectual de la explosión de un avión civil cubano que
provocó la muerte de 73 personas. Algunos usuarios también denunciaron que les
borraron vídeos de Youtube, al igual que su cuenta de usuario, argumentando que
violaban derechos de autor cuando se trataba de imágenes de televisiones
públicas que las emitían y las cedían para libre uso. [8] Las denuncias de los
afectados por esas acciones nunca tienen gran trascendencia ni ninguna
viabilidad legal puesto que son empresas privadas que, desde su casi monopolio
del servicio y con una imagen internacional de comunicación libre y gratuita,
aplican la censura con regularidad. Por su parte, los internautas cubanos
denunciaron que Google ha vetado a los habitantes de ese país el uso de su
servicio Google Analytics, a través del cual los administradores de páginas web
conocen las estadísticas de accesos. En cambio la empresa sí puede seguir
utilizando esos datos para sus cálculos y negocios. [9] Es ingenuo creer
que nos van a dejar su logísticas, es como si un grupo de Panteras Negras se
quisieran reunir en un local de McDonalds.
El modelo de
funcionamiento de las redes puede ser claramente reaccionario y conservador.
Obsérvese, por ejemplo, que en Facebook aparece siempre la opción “me gusta”,
pero no existe la correspondiente “no me gusta”. “Se trata de impedir,
obviamente, la sanción de marcas y productos que puedan ser futuros anunciantes
o inversores. Pero también se inscribe de lleno en ese ciberoptimismo por el
que se incita a la producción constante (inteligencia colectiva) y se desprecia
la crítica y, sobre todo, la inacción, la huelga, la renuncia”. [10]
Ciberactivismo
“El riesgo
de internet es pensar que se vive la democracia en directo, cuando sólo es una
democracia virtual. Internet no es más que la continuación de la utopía de
querer hablar directamente con todo el mundo; el problema es pensar que eso va
a resolver nuestros problemas reales” [11] .
Nuestro
activismo político se despeña por una pendiente hacia la virtualidad de los
manifiestos y firmas en la red, el sexo ha alcanzado la higiene absoluta y la
desinhibición total gracias al mundo virtual, los amigos no están en el bar
sino en el facebook, seguirán contabilizados aunque mueran mañana. Las
autopistas son virtuales porque son las “autopistas de la información”. Pero
mientras sucede todo esto, las guerras y las hambrunas nada virtuales con sus
muertos no virtuales y los armamentos y criminales que las provocan, tampoco
virtuales, siguen existiendo. Del mismo modo, nuestro salario y nuestras
prestaciones sociales nos las están disminuyendo de forma real, mientras
seguimos conectados al mundo virtual. La ofensiva tecnológica-virtual parece
diseñada para sacarnos de la realidad auténtica y meternos en una realidad
virtual con el objetivo de neutralizarnos. Existen juegos en internet para niños
-y adultos- en el que el sistema te premia con “créditos” para comprar objetos
virtuales previo envío de SMS con un coste en euros reales. Es decir, cambian
con toda impunidad dinero real por dinero virtual. Del mismo modo actúa gran
parte de la revolución tecnológica: nos roba nuestra vida real, sobre todo si
puede ser potencialmente crítica y subversiva, y nos la cambia por vida
virtual. Ese es uno de los objetivos de la denominada brecha digital, mientras
los empobrecidos del mundo mueren de hambre, los que tienen para comer son
aprehendidos y llevados al mundo virtual, el mundo feliz de Aldous Huxley donde
no tendrán por qué preocuparse de los pobres. Toda esta catarata tecnológica
tiene como objetivo principal el aislamiento del individuo.
Exponer esta
tesis en Cuba, donde sus ciudadanos sufren grandes dificultades para el uso de
internet debido al bloqueo de Estados Unidos que impide que la isla acceda con
normalidad al ciberespacio puede parecer inoportuno, pero yo vengo de una
Europa abducida por las redes y creo necesario advertir a los cubanos de esa
posibilidad.
Espectáculo
y alineación
Los nuevos
soportes y formatos están desarrollando un modelo informativo superficial y
simplista de la realidad y del pensamiento. Si lo analizamos desde el punto de
vista ideológico, estaremos de acuerdo en que la superficialidad sintoniza más
con un ideario que no pretenda cambiar las estructuras de poder vigentes, que
fomente el acomodo de los ciudadanos al modelo dominante. En cambio, un ideario
que pretenda desarrollar el análisis inductivo, el pensamiento crítico, que
ponga en tela de juicio las estructuras de poder, requiere una información y un
pensamiento más elaborado, más profundo y argumentado.
Redes
físicas
Frente a las
redes virtuales, debemos apostar por construir redes reales. Para ello, el
primer paso es reconocer que las virtuales nunca pueden sustituirlas, tanto si
pretenden fortalecer lazos de amistad como si buscan organizar a la ciudadanía
socialmente para cualquier objetivo. Las redes de internet son precarias,
coyunturales e impiden establecer lazos firmes entre sus miembros. Aunque
resulte una obviedad, no hay que dejar de insistir en que los “amigos” de
Facebook no son amigos. Unas redes firmes, sólidas y duraderas requieren
personas que se encuentren físicamente en el mundo real, que se enfrenten a
situaciones de la vida real en lugares físicos, cara a cara, que discutan sobre
problemas comunes, objetivos y planes de acción. Todo ello sin la mediación de
máquinas. Las redes sociales y el mundo virtual han socavado el histórico
derecho de reunión y lo han sustituido por un hecho social alucinatorio: la
falsa conciencia de reunión, la 'ilusión de reunión'. La conciencia
espectadora, presa de la pantalla, tras la cual ha sido deportada la propia
vida, sólo encuentra interlocutores ficticios que desemboca en un autismo
espectacular [12] . En palabras premonitorias de adónde nos ha llevado
internet, Guy Debord afirmó que “la 'misión histórica de instaurar la verdad en
el mundo' no pueden realizarla ni el individuo aislado ni la muchedumbre
atomizada”. Y, hoy, cada uno de nosotros, frente a nuestro ordenador, no somos
otra cosa que muchedumbre atomizada. La alternativa según Debord era el Consejo
Obrero como forma desalienada de la democracia. Sí, un término, el de Consejo
Obrero, que puede parecer arcaico, pero que no es otra cosa que el encuentro
físico de seres humanos oprimidos con el objetivo de liberarse y de cambiar el
mundo. Vicente Romano, en su Ecología de la Comunicación, plantea que hay que
“reivindicar, proteger y fomentar los espacio experimentales, los lugares
públicos, contra la retificación (red, tejido) telemática de la sociedad” [13]
. En su opinión, “es menester el entorno natural y social vivo, en vez de los
sistemas tecnológicos rígidos en los que los seres humanos están fijos en el
sentido del diálogo persona-máquina. Para ello reivindica “espacios
sensorialmente perceptibles en donde pueda desplegarse la profusión social y
humana al instante”. Romano los denomina “lugares del tiempo”, y son “lugares
del encuentro, de entrar en contacto: mercados, plazas, campos deportivos,
patios, cafés, iglesias, etc.” Es importante insistir en que la comunicación no
presencial es imaginaria. La presencia real, en cambio, es física, orgánica, material.
Estamos donde estamos, y en ningún otro sitio, e interactuamos donde estamos de
verdad. Tendemos cada vez más a atenuar la diferencia que existe entre esos dos
tipos de presencia. [14] El escritor Isaac Rosa nos puso el ejemplo de las
movilizaciones de los mineros españoles en el verano de 2012: ·
Mientras
nosotros escribimos posts y tuits de denuncia contra los recortes (yo el
primero), ellos se encierran en los pozos, paralizan el tráfico, levantan en
pie de guerra comarcas enteras, y finalmente echan a andar por la carretera.
Mientras nosotros pintamos ingeniosas pancartas y componemos simpáticos
pareados para gritar en manifestación, ellos se enfrentan a cuerpo con la
Guardia Civil. Mientras nosotros retuiteamos y damos miles de “me gusta” para
apoyar las reivindicaciones de los colectivos más castigados, ellos van pueblo
por pueblo dando y recibiendo abrazos, compartiendo comidas y techo. Mientras
esperamos al próximo aniversario para volver a tomar las plazas, ellos se
plantan en la Puerta del Sol tras haber hecho suyas las plazas de todas
aquellas localidades por las que pasaron.
La lección
está clara: ante el ataque total contra los trabajadores, estos no son tiempos
de hashtag, sino de barricada. Frente a la solidaridad efímera de la red social
y la indignación inofensiva, son tiempos de caminar juntos, de compartir
encierro o marcha, de encontrarse en las calles, de abrazarse como ya no nos
abrazábamos, como estos días se abrazaban los mineros con quienes los esperaban
a la entrada de cada pueblo. [15]
Con este
evento Cuba ha demostrado ser nuevamente pionera. Al reunirnos aquí ha
convertido en tangible y real el mundo virtual que yo estoy criticando. Aquí
algunos se han calificado de “cibermambís”, pero yo quiero precisar que los
cubanos lograron su independencia de España con mambís reales, si se hubieran
quedado en cibermambís, todavía gobernaríamos los españoles. Y Fidel Castro no
vino en un “cibergranma” vino en el Granma, un barco físico y real.
Jugar en
terreno enemigo
Nadie deberá
pensar que vamos a negar el gran avance que ha supuesto internet en numerosos
aspectos. Desde el ámbito de la educación al de la comunicación entre las
personas y, por supuesto, en el periodismo. Especialmente, y ese logro nunca
debemos olvidarlo, para terminar con la exclusividad informativa que tenían las
grandes empresas. La generación puente de periodistas críticos que conocimos la
profesión antes de internet y después, podemos constatar la dificultad que
teníamos antes para difundir algún texto y lo sencillo que es ahora. Hace
veinte veinte años no conseguíamos un medio donde colocar nuestra información,
ahora lo difícil es conseguir que el medio pueda ser descubierto por los
lectores. En cualquier caso, una de las paradojas a las que nos enfrentamos ante
las nuevas tecnologías, los modernos hábitos de la información y las redes
sociales es que, por muchas críticas que les señalemos, no podemos mantenernos
al margen porque nos veríamos barridos del panorama. Muy a nuestro pesar, nos
vemos obligados a jugar en un terreno enemigo y empobrecedor pero si no lo
hiciéramos nos encontraríamos expulsados del juego directamente. Esto es muy
importante para Cuba, necesitada de mejorar sus servicios de conectividad y
desarrollo tecnológico.
Si alguien
cree que pretendo que el lector abandone su tablet, sus redes sociales, su
iPhone o cualquier otro artilugio de los cuales parece que reniego, se
equivoca. Mi intención no es otra que adjuntar una especie de advertencia de
efectos secundarios, peligros de sobredosis, medidas de prevención y
recomendaciones para el buen uso. Podríamos establecer un paralelismo con
respecto a otros entornos perversos, como el de las armas. Los movimientos
populares, los regímenes democráticos y participativos no pueden estar a favor
del uso de la violencia y del armamento, pero no pueden permanecer en el
tablero internacional sin medios de defensa porque serían derrocados
inexorablemente. De ahí que debemos responder a quienes nos califican de
incoherentes e hipócritas a los que criticamos las modernas tecnologías y sus
formatos comunicacionales y al mismo tiempo las utilizamos. Efectivamente, es
como ese pueblo pacífico, humano y solidario que odia las pistolas, pero que
sabe que las necesitas para defenderse. Yo mismo uso mi teléfono móvil como la
mayoría de los ciudadanos, envío SMS, mantengo un blog, dispongo y consulto mi
cuenta de Twitter; no se trata de cargar contra la tecnología, sus ventajas son
indiscutibles y su presencia y utilización inevitables. La cuestión no es hacer
que desaparezca, sino qué hacer y cómo con lo que existe. El hecho de que
algunos denunciemos sus elementos adversos, intentemos desmitificarlas y
advirtamos del daño que pueden estar causando no deben impedir que las
utilicemos, porque, como ya hemos señalado, están aquí, no podemos renunciar a
ellas y además apreciamos sus ventajas. Lo mismo que no podemos exigir a un
ecologista que no viaje en avión a ver a su familia que vive a dos mil
kilómetros o al comunista que no se coma una mariscada, tampoco los que nos preocupamos
por la involución de la información con los nuevos formatos y tecnologías vamos
a volver a la máquina de escribir o renunciar a internet. No somos la versión
moderna de los ludistas ingleses que se oponían a la revolución industrial en
el siglo XIX. Nuestro objetivo es intentar nadar y avanzar en este océano que
nos ha tocado vivir y, para ello, buscar propuestas e iniciativas viables y que
permitan combinar lo positivo de nuestros tiempos con los valores intemporales.
Incluso en los contenidos supuestamente irreverentes y subversivos de nuestros
medios alternativos debemos recordar que solo pueden tener sentido si tienen
como objetivo la transformación del mundo, de otro modo, como también nos
descubrió Debord, estarán condenados a convertirse solo en espectáculo.
Notas
[1] “Eurocopa 2012: Twitter celebra los goles de la
televisión”. Periodistas 21, 2-7-2012
[2] Ramonet, Ignacio. La explosión del periodismo.
Clave Intelectual, Madrid, 2011.
[3] Debord, Guy. La sociedad del espectáculo.
Pre-Textos, Valencia, 2010
[4] El Jueves, 14-6-2012 http://www.eljueves.es/2012/06/14/facebook_veta_nuestra_portada_merkel_rajoy_plan_sadomaso.html#
[5] The Guardian,
24-4-2012 http://www.guardian.co.uk/technology/2011/apr/29/facebook-accused-removing-activists-pages
[6] Barrapunto.com, 12-4-2011 http://barrapunto.com/~manje/journal/35852
[7] Cubadebate.cu, 13-1-2011 http://www.cubadebate.cu/noticias/2011/01/13/censura-de-youtube-a-cubadebate-desato-movimiento-solidario/
[8] lubrio.blogspot.com.es
, 13-6-2012 http://lubrio.blogspot.com.es/2012/06/rcn-y-venevision-usan-youtube-para.html
[9] La pupila insomne. 19-6-2012 http://lapupilainsomne.wordpress.com/2012/06/19/google-roba-datos-de-sitios-cubanos/
[10] Baños Boncompain, Antonio, Posteconomía. Hacia
un capitalismo feudal, Barcelona, Los libros del lince, 2012
[11] Citado por Rivière, Margarita. La fama. Iconos
de la religión mediática. Crítica, Barcelona, 2009.
[12] Debord, Guy. La sociedad del espectáculo.
Pre-Textos, Valencia, 2010
[13] Romano, Vicente. Ecología de la comunicación.
Hiru, Hondarribia, 2004
[14] Benasyag, Miguel y Del Rey, Angélique. Nunca
más solo. El fenómeno del móvil. La oveja roja. Madrid, 2007
[15] Rosa, Isaac. “Soy minero”. Eldiario.es, 11-7-2012
http://www.eldiario.es/zonacritica/2012/07/11/soy-minero/
Estas palabras están extraídas del libro “La
jibarización de la información”, cuya publicación está prevista en marzo de
2013 en la editorial Península.
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