Poetas del mundo, uníos para cantar a Marx,
al joven Marx, al Marx adulto, al anciano Marx
porque junto al combate está el canto del combate
y junto a los porfiados hechos viven las tenaces palabras.
Carlos Marx, sacaste a la luz la verdad que tantos siglos ocultaron:
el motor de la historia es la lucha de clases
y ante esta verdad cayeron las máscaras de la falsa libertad,
la falsa igualdad, la falsa fraternidad.
Llegaste del mármol de la filosofía al hierro de la economía.
En tu obra los átomos de Demócrito giran
y el río de Heráclito deviene;
la lógica de Hegel contempla con asombro
como la llevaron del cielo a la tierra
y la economía enseña que el trabajo produce
un valor que los voraces vampiros devoran.
Fuiste el nadador profundo en los océanos del pensamiento
y el accidentado caminante en los terrenos de la vida.
La fiel Jenny te acompañó junto a los hijos que sobrevivieron
y los hijos arrebatados por la miseria.
Porque conociste la pobreza en carne propia y en la carne proletaria
y viste como el capital humillaba y destruía la familia obrera.
El capitalismo ahorcaría a los pobres
si no necesitara del sudor de ellos mientras viven
y de la sangre de ellos mientras agonizan.
Marx: permíteme llamarte Carlos
porque somos compañeros del mismo planeta
y aguardamos la llama del mundo posible.
Viajaste por tierras de Europa
perseguido por quienes vieron en ti el heraldo de la verdad,
ese que descubre las trampas y avisa a alas víctimas,
ese que no renuncia a la antorcha que lleva.
El generoso y abnegado Engels afianzó tu vida
y hombro con hombro levantó contigo
la invencible muralla del Manifiesto.
Es el largo camino que va
del infierno capitalista al paraíso del socialismo.
Es un camino en que avanzamos con puños y piedras,
con combates y banderas.
Y al borde del camino acechan el revisionismo,
el dogmatismo, el entreguismo
como serpientes que estrangulan con sus fuertes anillos.
Vamos de la injusticia a la justicia,
de la desigualdad a la igualdad,
del egoísmo a la fraternidad.
El marxismo es el más alto humanismo
en que cada hombre tiene su propio ser y el ser de todos.
Desde el pretérito hacia el futuro llega Marx
con su frente de roca, sus ojos de león y sus barbas torrenciales.
EL combatiente del siglo XIX es el combatiente de todos los siglos.
Las ideas no mueren. Las ideas siguen vivas
sobre los cuerpos de los perseguidos y los desaparecidos,
sobre las derrotas y sobre las victorias.
El capitalismo sólo puede ganar dinero.
Los hombres verdaderos tienen un mundo que ganar
y junto contigo, Marx, asaltarán el cielo.
Fernando Lamberg
( escritor chileno , premio de poesía Casa de las americas )
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